LUIS BUGARINI









*
aquí
la pausa
no se
detiene

*
nos funda
el borde
de esa palabra
oblicua

*
vence
al olvido
la espesura
que palpita

*
la travesía
que flota
y culmina
en el centro
nos salpica
su perplejidad


*
el filo
nos reúne
y desde ahí
saltamos

*
si desean ayudar
explíquenme
el color rojo


*
esa lágrima
que brota
ya no existe

*
el rubor
declara
cuando sonríe
la cigarra


*
ajedrez:
tablero de rombos,
círculos y esferas
hexágonos y caricias

*
asado
en un fuego
que no arde

*
soledad
que muerde
sin dientes

*
sol ácido,
engarce
de esguinces
pueblo ceñido
sin fronteras

*
el orden secreto
de las palabras
nos rehúye


*
el último cuadro
que se pinta
es una metáfora
de mar abierto


*
todo se colapsa
hasta el cimiento
cuando erramos
en el fondo y en la forma




LUIS BUGARINI (Ciudad de México, 1978). Narrador, ensayista y poeta. Estudió la licenciatura en Derecho y parte de la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM.
Ha sido colaborador en La Crónica, Excelsior, Istor, La tempestad, Letras Libres y Nexos. Su obra aparece compilada en la antología Crítica y rencor (Cuadrivio Ediciones, 2015), Cuentos de barbarie (Ediciones Navarra, 2016). Su reciente libro es La paradoja de San Petersburgo (Ediciones El Humo, 2019).






MARTINA CRUZ






Kilogramo




Voy al amor
como abriendo la heladera
por décima vez
sabiendo que no hay
nada
confiando




Días mirando el pasto
vi dos hormigas llevando a una tercera inmóvil 
a cuestas
como llevando el cuerpo de una hermana muerta 
marchando lento
de vuelta al hormiguero 
lento
entre los túneles de más abajo 
lo que sostiene cualquier imperio 
no es extraño
nosotros también vamos a lo oscuro
a comer a nuestros muertos
para sobrevivir.

Días mirando el pasto
a veces no hay fondo que alcance
contra la vergüenza 
de lo íntimo
rascar sin tregua
lo que pica.



Kintsugi

En Japón 
hay una técnica para arreglar
fracturas de cerámica
se hace con 
barniz de resina
mezclado con polvo de oro
tienen la idea de que
las roturas
las reparaciones
forman parte de la historia 
del objeto
y creen que no deben ocultarse
al contrario
deben incorporarse
y así
crear una belleza de la herida

cuando miró mi cicatriz en la pierna
la veo tan débil
esa piel tan poco gruesa
que siento que si la toco muy fuerte
se va a diluir
en esa misma cicatriz
siento el tumor escondido entre mis genes
en esa misma cicatriz
siento una inseguridad sexual
que si abro mucho las piernas
quizás me rompa
en esa misma cicatriz
cierta seguridad
de que sí llegue hasta acá
puedo seguir resistiendo

pero yo
 no nací en Japón
ni soy un objeto roto
a mí me cosieron con hilos 
no con oro 
y
a veces
cuándo estoy sola
abro la cicatriz
para que entre un poco
de luz.




La cintita roja

I
Te acordás cuando mi viejo se consumía
y vos trajiste una cintita roja 
que si pensabas en no sé qué número mágico
muchas veces 
se curaba

Ese sos vos insistiendo:
la ternura levantando árboles de raíz
con silbidos

II
Sobre todo me acuerdo 
que mientras mi viejo se volvía crisantemos
yo pensaba que ojalá hubiera funcionado lo de la cintita roja
como un último acto de magia
una esperanza de vidrio

III
Mi vieja encontró la cintita roja
la tiró a la basura por error
sin entender
porque las viudas no entienden

Creo que nuestro amor 
tuvo el mismo destino
una lástima también.




Sobre la autora: 
Martina Cruz nació en 1997 en Temperley, Buenos Aires, Argentina. Estudia la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires y Guión cinematográfico en la ENERC. Concurre al taller de narrativa de Laura Massolo y recita en varios ciclos de poesía. En septiembre de 2017 publico su primer libro de poemas "Camino negro al fondo" editado por El Rucu Editor. En mayo de 2018 la publicaron en el libro "La sangre en las fiestas cortas", una antología de poetas editada por Textos Intrusos. En septiembre de 2018 publicó una plaqueta junto a Camila Guardia titulada "Esto no es un poema de amor" editado por BRUTA. En diciembre de 2018 público su último poemario titulado Call Center por Rama editora. 


Colaboración: Sara Montaño Escobar








MÓNICA OLIVARES FONSECA




Eugenia Loli




Veintitantos años


La vida que no quiero la observo
en el parque de la unidad habitacional
Las coletas desaliñadas
Manos mugrientas
Vestidos pomposos
Balones voladores
Gritos, gritos frenéticos
La vida que yo no quiero me la venden todos los días
En los hologramas incendiados de las noticias
En las notas del financiero
Y en los santuarios de no aprendizaje
La vida que no quiero me la disfrazas
Cuando aprietas mis muslos y me dices que soy la única
La vida que yo no quiero es un engaño
Que estamos dispuestos a pagar
Para sentirnos reales
La vida que yo no quiero me espera
A la vuelta de la esquina.


Luces que se apagan.


Qué más da
si no soy lo que esperabas
no eres culpable
a veces la lluvia
 deja sus huellas
el tiempo transcurre
es una caravana
sobre el utero de la desesperanza
caen las gotas en estas avenidas
los cuerpos caminan muertos

La mirada cansada
De esperas
Sueña vidas congenitas

Qué más da
Si puse mi empeño
En esa relación
Absurda a distancia
Las personas
Hemos perdido
El sentido de amar
Y pertenecernos
Se pierde la vida misma de esperas
Los centavos en el oxxo
Giramos en esté carrusel de jinetes
Con el honorario
Atravesado en el cuello

Y todo  ese humo contaminante
Dentro del mundoarapiento
Se arrepiente
mi rostro esconde su necesidad
bajo un filtro
Crucificados sean los cielos
Y nuestra lengua

Que más da
Si no soy lo que esperabas
Si no te presente a mi padre
Porque lo perdí
Él perdió su empleo
Sus hijos
Su dinero
Su libertad
Bueno que más da.


A man walking on the Street – Moss

Camina
Espera ser encontrado
Antes que llegue la tormenta

La caída
es una silaba extensa
Una palpitación
                                                        (Algo tiene que ser)
Esta sensación
desplazándose
 por nuestros dedos

sudamos con la palabra
sangrientos amaneceres

        Despertamos  para ser reales

La  resignación
es un canto anunciando la lluvia
sanación del cuerpo
labios frescos
parpados sollozos

En esta busqueda
Oscilamos  aire  del cuerpo
 notas musicales

 Desierto silencioso
  es la mente
                                                          el hombre
perdido  en las calles
encuentra poesía.



Dame tu aliento
                Para el poeta en llamas

A  tu voz le hacen falta alfileres
Para tejer palabras

Necesitas romper tus manos
Usar tu boca
Darme tu aliento

A tu voz le falta
Danzar sin quebrar sus silabas

También reír
Apretar tu estomago
Estallar en el verso

Poeta a ti te hace falta
Hablar.




MÓNICA OLIVARES FONSECA. (1991, Campeche, México.) Master en Administración. Miembro del taller de literatura “Proyecto Escuela de Escritores Campechanos”. Beneficiaria del Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico de Campeche 2016. Becaria del Festival Interfaz-ISSTE Los signos en rotación 2016. Sus colaboraciones han sido publicadas en diversas revistas como “Otro Paramo” (Colombia), Antología de poetas del Siglo XXI (España), Circulo de Poesía (México), Revista Almiar (España), Pliego 16 (Fundación de las Letras Mexicanas) y beneficiaría del  Proyecto Editorial “Sureñas: Narradoras y Poetas Jóvenes de la Zona Sur”, del Fondo Regional para la Cultura y las Artes de la Zona Sur (Forcazs).



PAMELA CUENCA







Constelada (Shirley Andrade)


EL CORAZÓN NO ES DE PALMITO

Debería llamar a papá. Decirle que la luz no es mejor que la oscuridad, que ahí también hay instantes blancos que ciegan. Debería dejar de lado la tortura de saber que soy otra sombra. Mirar con profundidad, yo, aún que puedo. Tomar la mano del equilibrio mental y deshojarme al fin. 
Debería, también, dejar de coquetear con la muerte, pensar en otra cosa, pensar en la mirada de todos los que hemos sido condenados. Encontrarme contigo en el espejo, besar mi reflejo para besarte a ti. Asomar mi rostro al filo del precipicio y sentir miedo de caer. 
En esta cajita de cerillas vas a encontrarme, durmiendo junto a los conejitos blancos de los que te hablé. Debería decirte todas las cosas, duele guardarse las palabras y perforarse la garganta. Duele escuchar todas las voces del mundo en mi cabeza y no poder diferenciar la tuya.  Tenerte cerquita del pecho sin posibilidad de permanencia. La importancia de todas las cosas puede reducirse a tomar tu mano.
Si estiramos más la cuerda no se romperá, la nuestra siempre ha sido elástica, siempre volveremos al comienzo para chocar nuestros cuerpos. 
Que sí, que me niego mil veces frente al río. Que recuerdo todos nuestros instantes. Que pienso en papá, que no puedo evitar llorar en tu hombro, que no puedo evitar quererte querer. Que todas las no cosas son la no existencia de sabernos no cerca. Somos el charquito formado por la huella de un animal salvaje: hemos bebido de él y ahora los salvajes somos nosotros. 
El no abrazo eterno será el sentimiento que se le niega al mañana todos los días al salir el sol. 




1

La niña de los pernos es una oblata con brazos de tul. Aquí en medio de los gusanos carcome luces se duerme la última codorniz con huevos de plata. Un perno mal colocado hizo de la niña un agujero en torno de su capa y las golondrinas volaron a lugares lejanos con casitas de chocolate para los malos hombres. 





2

Contaba una leyenda que en los siglos pasados hubo una niña de ojos grises, manos robóticas y luces led en la boca, poseedora de pernos arcoíris buscaba entre las sombras a su pequeño hermano licuadora y soñaba con construir un mundo de cicatrices verdes y foquitos azules. Su vestido de lana era un acordeón que sonaba solo. Cajitas de caramelos para los hombres tristes. 




3
Mi casa es una jaula gigante, aquí los ratones astillan los pies de los infelices, mi casa es un agujero hondo, sin salida, con barrotes gruesos y nos ahogamos. Los pernos se oxidan de a poco y el olor a aceite quemado lo llena todo. Mi casa es un saco de hierbas para cobayos de luz. El hombre y el acordeón dejan caer la última canción y yo, niña, canto.






2
Yo encontré en la caja de pinturas el color más hermoso y me lo comí, tenía dentro de mis entrañas la hermosura brillante del color, la belleza de la tarde y de los arcoíris. Encontré en una caja de diamantes un lucero, lo miré y busqué en el espejo algo como el cielo, pero las nubes no vinieron a mí. Encontré en las casitas de muñecas las tenebrosas golondrinas con picos sangrantes y cuerpos de pulpo, encontré sangrando a la amapola y lloré porque siempre le tuve miedo a los silencios, a la ausencia, a las ventanas. Me encerré en esta caja de pinturas me devoré a mí misma. Me lastimé los dedos, me corté la piel tantas veces. Fui un ratoncito mirando a los conejos matarse entre sí. Fui el gato ciego que se acicalaba lentamente. Yo encontré una caja y la caja me envolvió. Me sobrepuse al temor de la oscuridad, de las mujeres de mantos negros, sin manos, con sus bocas entreabiertas que cazaban mariposas invisibles, me sobrepuse y corrí de nuevo al armario. Soy un cardo que espera, ya sin miedo, la llegada de las voces. 



  •  


Me he permitido soltar acuarelas en el mar, me he permitido pintar las olas con azules más intensos. Permití la existencia de un cuadro ligeramente balanceado en el piso. Este presagio irreparable es la ceguera de mis ojos. Conservo la oscuridad en los bolsillos: la ruptura del océano.  Me arrastraré persiguiendo la sombra evitando la tormenta que suplique un nombre. Disipar el terrible contexto de mi mano sobre tu pierna. Aquí, donde debería nacer la vida todo es desierto. No existe el camino a ninguna casa, mi vientre no albergará a ningún hijo. Aquí todo es muerte, la ausencia total de las decisiones. 





¿Recuerdas la noche siguiente del día que nació mi hermano, papá? Fuiste a verme en casa de mi abuela, me dijiste: ‘vamos a dar una vuelta, hija’ Yo te seguí, como he venido siguiendo tu sombra todos estos años.
Te estacionaste cerca a la Puerta de la Ciudad, y lloraste. Fue la primera vez que te vi llorar de verdad, que entendí tu tristeza, desde ese día guardo tus lágrimas en mi memoria: para recordar que el llanto existe cuando el amor no llega a ser suficiente. 
¿Recuerdas lo que me dijiste esa noche, papá? Tomaste mi mano y murmuraste que ningún momento se compara al día en que me compraste mi primer par de zapatos. Lloré, aún recuerdo tus ojos, mirándome. 
Ya no sé cuándo me miras, papá. Tus ojos se hicieron grises, se fueron perdiendo en una neblina demasiado espesa. Así que ahora cuando tu mirada perdida intenta buscarme yo recuerdo aquel día. Recuerdo tus ojos cafés y tu voz diciéndome: ‘hija, perdón’
Debo confesarte papá, nunca he podido perdonar a nadie, por eso mi corazón es una caja carcomida habitada por los monstruos que creíste matar bajo mi cama. Pero papá, antes de que la arena de los años y las pesadillas forme en mí un desierto, yo te perdoné. 
Siempre regreso a ese lugar, aunque no pueda regresar a ti, quisiera yo también ahora poder tomarte de la mano y… 
Papá, aunque la luz se rompa yo seré tus ojos.


BIOGRAFÍA
Pamela Cuenca, Loja, Ecuador, 1996. Ganadora del Premio Nacional de Poesía César Dávila Andrade con su obra inédita Los cubos que me habitan (Cuenca, 2017). 
Ha publicado avances de su futuro libro en las plaquetas: Ensayo de realidad virtual para un gato que despierta (Loja, 2017), Despersonalización de una máquina: futuro no inmediato (Ambato, 2017- Loja, 2017), El descanso de la nube roja (Loja, 2018). 
Algunos de sus poemas aparecen en: Antología Alma Adentro Mujeres Ecuatorianas Premiadas (Editorial El Conejo, Quito, 2018), Alas Púrpuras: Antología de resistencia y libertad (El Ángel Editor, Quito 2018) y en espacios como Revista Suridea de la CCE (Loja, 2013-2014), Revista El Faro (Loja, 2016-2018), Gaceta cultural República Sur (Cuenca, 2017), Anábasis (Perú, 2017), Cráneo de Pangea (Quito, 2017-2018), Habemus Poesía Loja (2017), Cromosoma Lunático (Loja, 2017), Digo.Palabra.Txt. (Venezuela, 2017), Le Miau Noir (España, 2017), Bartleby (Perú, 2017), Casapalabras (Quito, 2018). 
Entrevistada para la revista Rocinante Nro. 111 (Quito, 2018). Entrevista en El Telégrafo (Guayaquil, 2017). Entrevista en Diario El Tiempo (Cuenca, 2017). Entrevista en Diario El Mercurio (Cuenca, 2017). Entrevista para Ecotelpress (Loja, 2018).  
Ha sido invitada a encuentros nacionales como La Palabra Crece, Manta 2017, Bibliofrenia, Ambato 2017, IV Festival de Literatura y Artes Plásticas Riobamba 2017, Feria del Libro PUCE Quito 2017, Festival Lectura de un Kanibal Urbano, Quito 2018, Festival Otra Orilla Guayaquil- Durán 2018, Feria del Libro Ibarra 2018. Invitada nacional para la Feria Internacional del Libro y la Lectura, Quito 2018.
Directora y fundadora del I Festival de Poesía De Lirios Ambato 2017. Aparte de su actividad literaria ha trabajado como reportera en canales de televisión. Es coautora de un artículo de investigación publicado en Revista ComHumanitas de la Universidad de los Hemisferios (Quito, 2014). Fue miembro del Ballet Folclórico Internacional “AYMARA” durante tres años. 


Colaboración: Sara Montaño Escobar






MONSERRAT CASTAÑEDA





Lara Lars



Observaciones

La cama vacía
los nombres
los días

la imagen se ha vuelto plomo
me conmueve el ejercicio de observar el techo
inclinación fija y profunda

el paso de la noche
suspendió las horas

se ha ocultado el cielo
el granito poroso se expande
tras las pupilas

por evaporación
lenta
me disuelvo.


Es violento el acto de amar

Dos cuerpos
abatidos
de tanto amar
simbolizaban 
una necesidad etérea
la devoción mutua
era  equiparable
al acto brahmánico
de trascender la tierra.


Antonia

Mañana vendrá Antonia
con sus formas bien ceñidas
disimuladas
imitando un vals taciturno
mueve entonces
los labios
los dedos
camina y termina una historia
imitando a las gaviotas
 vuela.



Cadáver

Era un cúmulo de ámpulas / tejidos destrozados / lavados por la lluvia que cae /en un día ausente /permanecía inmóvil/ dentro de una zanja / profunda / entre el fango / insondable silencio /rigor mortis / piel pálida / boca muda/ ahora pan de la tierra / a ras abrazaba el suelo.


Violeta

Era  un edén oscuro y cálido
como el querube de una puta
que tierna en su devoción
soliviantaba el espíritu de los desdichados.



Es un lujo tener una habitación vacía.

Es un lujo tener una habitación vacía
que se adecue a la necesidad cavilatoria
al osado gusto de resbalar por la pendiente
caer sobre una idea
detener el tiempo
al margen de una sombra en la pared
una filia noctambula  entre las sábanas
abraza al cuerpo.


Es un lujo tener una habitación vacía
donde se pueda desnudar el alma
vestirla de colores
contemplar la generosidad de sus formas
suaves y libres como de mujer
robustece la sensación de letargo
se desciende en la profundidad del sueño.


Es un lujo tener una habitación vacía
para hablarle al silencio
sentirlo de golpe como un tiro de fusil
a puerta cerrada volverse asesino
matar el decoro y la futilidad de las cosas.

Es un lujo tener una habitación vacía
para cultivar la mente 
recuperar el verdor de sus hojas
rebosar de vida
y en la virtud de un grito alejar a la muerte.





Montserrat Castañeda (Zacatecas, 1991). Realizó estudios de Conservación de arte y escribe poesía. Ha participado en diversos talleres de poesía y escritura impartidos por escritores de gran trayectoria como el escritor y periodista Alejandro Toledo y la poeta Carmen Villoro. Sus textos han sido publicados en medios locales, revistas nacionales y extranjeras como: El sol de Zacatecas, El Guarda textos, Microscopías, Monolito, Perigrafo, Falsaria red literaria, Efecto Antabús.


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