SAYAKA OSAKI

 
Masashi Wakui


炊飯器
Suihanki [arrocera eléctrica]
Traducido por Eiko Minami y Ximena Sánchez Echenique

Aunque debo haber tenido mi pintor favorito, se me olvidó
Aunque debo haber tenido mi canción favorita, se me olvidó
Sin poder hacer nada, me puse a cocer el arroz en el Suihanki aunque no me gustan esas malditas Suihankis
Nadie puede saber qué tiempo hacía el día de su nacimiento
Nadie puede hablar con quien murió el día de su nacimiento
Decidí creer en lo que alguien enseñó después
y salí en busca del papel de baño, que se me acabó

Mientras buscaba la manera de resistir, anochecía
Mientras ponía todos mis esfuerzos en sobrevivir, amanecía
Como no podía acordarme de qué iba a decir
tomé tu mano, ya que estabas respirando ante mis ojos
Las palabras que anotas en tu cuaderno de doble página y las del libro que me hizo llorar no son las mismas

Aunque te parezca extraño
me sentí tan feliz por eso que me puse a reír
Acerca del tiempo del día de tu nacimiento lo contaré como me dé la gana
Acerca de la persona que murió el día de tu nacimiento lo contaré con exageraciones y errores
Al principio me creerás enteramente y te sorprenderás y luego te decidirás por no tener buenas creederas
El hecho de que no me creas
me reconforta a mí, quien vive con el Suihanki
No perderé la calma aunque olvide mi cuadro favorito Tendré confianza en mi alma salvaje

Encima de la estera azul ponemos
las bolas de arroz y los productos cotidianos, traídos por cada uno y dices que es como el Hanamí
mientras vives tu vida



暗闇쎩썻썦쎢썶썸
Los que fabrican tinieblas

Traducido por Azusa Tanase y Ernesto Pérez Zúñiga


Esta persona reparaba tinieblas.
Reparar tinieblas es fácil y cualquiera puede hacerlo.
Mucha gente deseaba conseguir trabajo de reparación de tinieblas. Creo que yo también soñaba con conseguirlo.
Después pasó largo, muy largo tiempo.
Esta persona reparaba tinieblas.
Hizo un buen trabajo por aquel entonces
y su nombre se divulgó entre las personas relacionadas con la reparación. A mí también me enseñaron su nombre.
Pensé que quería verle algún día. Quise verle y tocar sus manos.
Conseguí un trabajo relacionado con la reparación. Esta persona reparaba tinieblas.
Las tareas relacionadas con la reparación eran diversas y yo trabajaba y trabajaba, todos los días, todo el día
hasta cansarme tanto que casi no pude levantarme al despertar las mañanas.
Sin embargo continué con mi trabajo relacionado con la reparación esperando tareas relacionadas con la reparación de tinieblas.
Pasaron muchos, muchísimos años.
Un día esta persona fue a morir acurrucadita en su taller de reparación de tinieblas.
Me enteré de eso en mi taller y lloré a gritos sin cesar.
Nunca le había visto.
Nunca le había mandado un email. Nunca me había dedicado a las tinieblas.
Me miraban furtivamente las personas relacionadas con la reparación. Al final, alguien dijo que ya podíamos irnos.
Dejé mi trabajo relacionado con la reparación.
Al día siguiente me llegó una postal que me encargaba
la reparación de una tiniebla.
Desde entonces empecé a reparar tinieblas. Fue un trabajo fácil y además apasionante.
Fue un trabajo que no quisiera enseñar a nadie.
Yo reparaba tinieblas estropeadas que había reparado esta persona. Ya hacía mucho tiempo que murió esta persona.
Un día yo fui a morir alargadita en mi taller de reparación.
Unas personas lloraban a voces para mí pero no oí ninguna de sus voces.
En cambio
al cabo de un rato apareció esta persona.
Me alargó su mano derecha con sonrisa pícara
para darme una herramienta que tenía una forma extraña. Nos estrechamos las manos rápidamente.
Y en seguida
nos fuimos derecho a nuestros respectivos talleres donde se fabricaban las tinieblas.



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Terroristas
Traducido por Eiko Minami y Ximena Sánchez Echenique

Es una habitación tranquila.
No tiene puertas y hay una ventana. Todos entran por ella.
Todos salen por ella. Es una ventana grande.
Es una ventana tranquila.
Afuera, el extenso mar de hierbas.

Al anochecer
se introducen los dos, insomnes, poniendo las manos sobre el alféizar (Los dos están desnuditos) (Bienvenidos los intrusos) (Prohibidos los propietarios)
No son Adán y Eva
Los dos no se bañan muy a menudo y huelen un poco a grasa

quizá no tengan dinero
pero esto no le importa a la habitación (Los intrusos están limpios
pues están desnuditos)
No hay peligro, nada hay en la habitación
Si miran hacia afuera por la ventana por donde han entrado sentirán una excitación limpia

Desde la habitación se ve muy bien a lo lejos, la ciudad nunca vivida
a lo lejos, la muchedumbre de estrellas en el cielo nocturno dos tristes lobos y sus ojos que giran
el extenso mar de hierbas

La habitación sueña con los dos desnuditos
con marcharse a algún lado La habitación se siente
(tiene tres paredes, es demasiado) (tiene una ventana, es muy poco) demasiado protegida
(además, hay puntas clavadas un poco en exceso)
Aquellos dos desnuditos que huelen a sudor se marchan sin ninguna dificultad traspasando el alféizar de una vez lanzándose al viento con tanta soltura
La habitación todavía no está desesperada Un día podrá marcharse
pues tiene una ventana apropiada
Es una ventana grande. Es una ventana tranquila.


El planeta siguiente
Traducido por Eiko Minami y Ximena Sánchez Echenique

Como la Tierra se ha vuelto tan pobre
en la pantalla no pasa nada más que los caminos palidecidos y en las calles no se producen ya ni chispas
todos dicen que van a partir al planeta siguiente donde tal vez se pueda gozar de los olores
del polvo, del humo y del lodo tan añorados y de la savia de los árboles si uno tiene suerte
Al sentimiento con el que uno hace maletas lo llamaban esperanza en otros tiempos
desde que proliferaron solo esperanzas arriesgadas y se provocó una inflación de esperanzas
ya no usamos mucho la palabra
y en cambio todos hablan del planeta siguiente
Aunque todos hablan del planeta siguiente nadie está seguro
si se trata de un único y mismo planeta o si se trata de varios planetas lejanos
A decir verdad esa historia no importa quién la cuente como la palabra esperanza
sutilmente huele a mentira
Tal vez hubo aquí una ciudad grande en el pasado
el viento ha astillado todos los escombros en polvareda ahora es un campo de media luz
aquí nacen hierbas humildes y es tan seguro
pero parece que nadie se fija todavía en este lugar Pienso construir una casa aquí
Pronto se fijarán en eso sin falta
entonces dejarán de hablar del planeta siguiente y pensarán construir una casa aquí
El suelo se irá llenando poco a poco
pondrán muchos semáforos y muchos faroles añadirán nombres de cruces en el mapa
y aprobarán una ley tras otra
A pesar de todo habrá también cosas positivas tendré amigos
pasarán cosas pesadas y divertidas
Algún día moriré yo primero o morirá mi amigo
y el que quede se encargará de sentir una profunda tristeza Todo hombre muere algún día me habías dicho
lo que me reconfortó de alguna manera

El suelo está frío por ahora y no huele a nada
Aun así dormiré tranquila una noche más no en el planeta siguiente
sino en este


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En el día del efecto halo
Traducido por Eiko Minami y Ximena Sánchez Echenique

Esa persona recibió la carta
y como no sabía leer la escritura el río no corrió ni una gota
y el baile siguió sin ser recordado
Aunque había una hilera infinita de castaños
esa persona estaba de pie en el río inmóvil, remojándose hasta el tobillo, calmaba el temblor apuñando una piedra
y esperaba dejar de sudar
En busca de un nuevo paisaje
esa persona iba desechando una por una
las voces que llevaba calladas desde hacía mucho tiempo como uno hace que lluevan pétalos blancos
una por una, cantando,
como un burro que inclina la cabeza al lado
y recibiendo en toda la espalda la luz de la mañana


崎清夏
Sayaka Osaki (1982-) / Kanagawa, Japón
Después  de  graduarse  en  literatura  en  la  Universidad  de  Waseda,
apareció en la revista Yuriika (Eureka) como una de las estrellas más nuevas y ascendentes del mundo poético japonés en 2011. Su segunda colección de poesía "Yubisasukotoga dekinai (Señalamiento Imposible)" fue otorgada 19º Premio Chuya-Nakahara en 2014. Las características de sus obras son conocidas por el uso de palabras ordinarias y la visión del mundo como un mito. En 2016 se publicó su primer libro para niños “Hola hoja, ¿dónde está tu casa?" También sigue produciendo una creación colaborativa diversa con otros artistas como bailarines, músicos, artistas contemporáneos y otros poetas. Recientemente fue invitado al festival internacional de poesía en Lituania (2015) y en Ecuador (2017).


Traducido por Eiko Minami Azusa Tanase, Ximena Sánchez Echenique, Ernesto Pérez Zúñiga

Colaboración: Luisa  Isabel García Meriño

ALEISA RIBALTA

Simon Pais Thomas


AMARELO

Viste una foto del otoño,
te pareció que allí faltaba algo.

Abrimos una revista de moda. Pásame las tijeras. Toma.
Recortaríamos a esa muchacha que nunca había visto el otoño,
era tan probable que no lo entendiera.
La dejaríamos sola en ese crepitar de hojas bajo los pies.

Fue ella quien de repente empezó a sentir que allí seguía faltando algo.
¿Ahora qué hacemos?
Recorta un perro, pinta una luna,
¡haz algo!
Ya está: un perro.
La luna no, que es demasiado.

Dejaríamos que caminara
así, crepitando bajo los pies las hojas. Nos dio la sensación de que tenía que encontrarse con algo.
¿Alguien? ¡Sí, recortamos!
  
¿Este tipo tan triste?
¡No! Tiene que haber otro.
Bueno, éste está
que se sale de contento.
Lo recortaríamos y le saldría al camino.

No la mira. Está ido.
Va por ahí cantando… qué de pájaros.

Empújalo un poquito. Pega ahí.
¡Se escapó el perro! ¡Ella, qué oronda! Ya está, ahora déjalos darse un beso.


PIEDRA BLANCA

Este es un poema para inventar a Ulises, para ponerlo como siempre a prueba.

Sabe que estoy sentada frente al mar,
que oigo cantar a las gaviotas, y no vuelve.

La última vez nos amamos
en este motel sin ventanas de la costa.

Este es un poema donde estoy sentada sobre piedras blancas que no lo son.

Todos los peces que encallaron aquí perdieron el camino al mar, sedimentados.

Sobre los esqueletos de miles de peces se formó la arena blanca de la espera.

Ulises, estoy en Piedra Blanca. Honda la bahía, frente al mar, ¿lo recuerdas?



LLORA DE NOCHE

La ciudad planta fortalezas allende los mares, se defiende.
Nada puede, blande hasta el último cañón, es tomada, los bárbaros, se reparten las ruinas.

La ciudad gime,
es el latido del mar,
el respirar bajo los túneles, el sollozo frente al muro,
y un devenir de forasteros toda ella.

Lanza un grito en la noche, cuenta su historia.
Al despertar sabe que más le valdrán el mar y el silencio para que alguien escuche su quejido.


Definiendo

Marítima tristeza de portales, confabulada soledad de las aceras, negro el poeta que canta
a la pulcritud de sus sábanas oreando en los balcones.

Taciturnos noctámbulos,
algo de proxenetas y de putas,
¿y qué ciudad no tiene?
Pero un azul transparente, eso sí, rumiando entre susurros cada sueño, fundido con salitre y caracola.

Un despertar del sol en las ventanas, una amalgama de razas y colores,
y atardeceres incomparables, donde la luz no es más
que el reflejo del mar en cada lágrima.


NOCTURNO

Rosario de guirnaldas, la ciudad, en las aciagas noches finge despertar de su letargo.
Vuelve a sacudirse fiel
al estallido de su hora. Y como

recordar querrá a los piratas un ojo: aquí nada ha cambiado, sobre cada disparo nos renace aunque la farsa perpetuada dure solo un instante. Sea

la comedia suficiente para que el corsario, corra en estampida
a cualquier madriguera, máscara en vano, y ya ebria quédele el alma con vino de sus mujeres. Mañana

despertaremos menos inocentes, nos habrán poseído, y volverá, como a cada novena hora de la noche,
el recuerdo, azotando, otra vez, la conciencia.



URBE DE LA NADA

A Javier Marín.

Ninguna ciudad se parece a ésta, me ha dicho el visitante.

En los atardeceres amargos, fachada por fachada se sobrepone de un todo que destiñe
y emerge sobre las olas, como buen arcoíris después de tanta lluvia.

La ciudad de las nostalgias,
y de los nostálgicos que la habitan, ha dejado de existir.

Una parte de sí ha huido tras el recuerdo
de lo que fue.
La otra se resignó con lo que sueña ser.

Este ir y venir entre la realidad y la fantasía la hace humana, luego ninfa,
hasta volverla diosa.


Y un día cualquiera de no sé qué año, te sorprendes adorando
la criatura de tu propio engendro. Cuando te acercas a ella,
atraído por el influjo marino que despide, eres sólo un soñador errante.

Pero cuando te arrastras a refugiarte en su seno, sorbido violentamente
por sus afrodisíacos vahos, eres ya un perdedor,
un torpe enamorado de la nada.

Ninguna ciudad se ama como esta, concluye el visitante.
Y se marcha alucinado.



Aleisa Ribalta. (La Habana, 1971). Nacida en Cuba. Reside en Suecia desde 1998. Es ingeniera de profesión y actualmente se desempeña como docente de asignaturas demasiado técnicas como: Diseño de Interfaces Gráficas, Diseño Web y Programación de Aplicaciones. Escribe desde muy joven mayormente poesía. Alega que los lenguajes de programación son también un modo de entender la comunicación y hasta de saborearla. Para la autora, en esos símbolos para algunos incomprensibles está también la literatura como forma vital de expresión. Talud es su primer poemario. Aquí conmina sus miedos, convoca también a sus demonios y más que nada, rumia sus lecturas en un ejercicio de humildad. Este poemario propone, lúdico, un pacto entre el lector y esa voz desde el otro lado que le dice, no sin cierta lascivia: "¡Salta!"

ALEJANDRA ROTONDARO




Decir pueblo,
decir amor, exilio, tormenta,
olvido.
Repetir olvido e intuir pasado.
Pasado como esclavitud,
cautiverio,
prisión,
condena.
Pronunciar destierro,
es decir abandono
o extravío.
Volverse estatua,
negar la muerte
y la sangre
y las balas.
Negar la genealogía,
renunciar a la continuidad
y a la cotidianidad.
Negar el lenguaje,
es decir
la vida
es decir
todo lo demás.


EXTRAÑO CARACAS

y la incertidumbre de las palabras que se escapan de tus orejas
es decir que no somos los que no estamos
aunque pronuncie tu nombre cuando insinúen valle.

tengo un vacío en el medio de todo
como un hueco que no esquivo en cada una de tus carreteras
y cuando vamos pasando por la autopista
desearía
no llegar nunca.

llévame al cementerio del este
(aún no es tan tarde)
y déjame mostrarte la tumba de mi tatara-abuela.

¿ves esta página en blanco?
aquí no quiero morirme
aquí tan lejos.


*

Esta herida se ha vuelto ciudad
y comienzo a habitar cada ausencia.
voy persiguiendo mi propio fantasma
en cada esquina
en cada bar
y en cada lengua.


proyectar también es una forma de arte,
pero yo,
yo me quedo con la poesía,
con este océano que nos separa
y que llamamos soledad.


lo que quiero decir es que no te pienso:
nada me recuerda a ti
porque tú me recuerdas a todas las cosas.

amor:
nos sobraba tanta cama,
nos sobraba tanto espacio
y tiempo
y risas.
nos acostabámos sin piel,
amanecíamos sin cobijas.
ahora toca poner el vacío
allí
justo donde tú estabas.


en tu ciudad o en mi ciudad,
ya nada alcanza.



La cotidianidad nos vuelve autómatas:
un pie delante
de otro pie
delante
de otra bala
delante.

aquí desde el exilio
empleamos otras formas:
el no-estar-no-ser
no-ser-no-estar
aún así
siendo
estando.

pero todo duele
lo que duele un muerto:
el amigo
de un amigo
de un amigo.

seguimos cantando como si nada pasara
y nada pasa.



VIA DEL FUSARO, 2.

esperando
aquí
que llegues
o no llegues.
me marcas
tomo mi abrigo
olvido mis guantes
sostengo la respiración hasta llegar a la planta baja.
aquí estoy
te abro la puerta
tres escalones
te espero en silencio.
no llegas
no llegas
tu amor ya es ausencia
y yo
aquí
tan sola
te espero.


Alejandra Rotondaro (Caracas, 1995). Estudiante en Letras Clásicas y medio adivina.


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