TAMARA GROSSO


 
Eugenia Loli

La casa

La casa que alquilamos
antes era un local,
algo como un bar
es decir que tiene marcas
porque a la noche se abría
y venían personas
que organizaban
un evento
o sus vidas
es decir alguna vez alguien acá
conversó hasta enamorarse
o todo lo contrario,
mirando un espectáculo una persona
se dio cuenta del hastío que era su vida
y decidió dejar 
a su pareja que quizás
siquiera estaba presente.
Acá pasaron cosas
así que no hace falta
que a nosotros nos pasen:
alquilamos una casa que ya vivió
ahora podemos descansar en ella.


Rusia pop

En un local de comidas rápidas de Moscú
una rusa joven, en perfecto español
con acento de españa
me ayuda a entender lo que hay para comer.
El negocio parecía de hamburguesas,
pero solo sirven papas rellenas
y para tomar hay leche.
La rusa, que escucha música inglesa
y que está vestida
como en esas películas norteamericanas
en las que hay nerds y porristas
no se toma enserio
cuando le pido ayuda para conseguir
una bebida diferente a la leche.
La alimentación, parece,
es el único aspecto de su cultura
al que nunca aprendió a resistirse.


Lengua madre

Viajé a Rusia hace tres años
recuerdo algo del idioma
pero es una versión inútil.
Sé bastantes palabras
formar oraciones
y conozco sus tres tiempos verbales
mejor que los 17 del español,
pero mi ruso es deficiente
no sirve para leer o entender una conversación
tampoco puedo pronunciarlo.
Mi nivel de ruso solo sirve para cosas inútiles
como jugar a que hablo
escribir mi nombre
o decir te quiero.


La buena suerte

Mis padres pensaron que de grande
la ironía podía servirme de algo
-ellos no la tenían-
también me dieron religión
estudios
una personalidad trabajadora.
Intentaron de esa manera
remediar el hecho de no poder
heredarme la buena suerte.


Verdadera historia de las invasiones

Vuelve el frío y con él
las palomas
que intentan recuperar el balcón:
no habíamos ganado la batalla.
Nos creímos inteligentes
tirando sus huevos al vacío,
peroparece que aprendieron del error.
Esta vez trabajan cuando no estoy
y esconden de mi
las pilas de paja y basura 
que juntan todos los días.
Me ausento una semana
y sé que cuando vuelva
habrán recuperado el espacio.
No hago nada para evitarlo
es inútil 
explicarle a una paloma
que debería abandonar el lugar
que históricamente le pertenece.


Sobre la calle Piedras

Los vecinos de enfrente
recién llegados al edificio
se esfuerzan un sábado tras otro
por meter en su balcón
lo que alguna vez fue un patio.
Cada semana, los intentos
de conservar su vida anterior
se acumulan y desaparecen.

Calor en julio otra vez 

También hizo 26 grados ese invierno,
¿te acordás?
recuerdo que hablábamos de eso
y de las plantas
no me acuerdo si después 
hubo tormenta o no
(todo parecía una tormenta)
sí me acuerdo que después
todos los inviernos fueron fríos
todavía siento el frío
Incluso hoy.

Algo mejor

Mi cuerpo
encontró una táctica para recuperar
lo único valioso de una historia vieja.
Con un juego de memorial táctil
cada vez que vuelve el frío
vuelve esa sensación estúpida
la esperanza de que podíamos tener
algo mejor.




Tamara Grosso estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Trabaja como redactora y editora. Publicó los libros Guatepeor (2016) por Modesto Rimba, Márgenes (2016) por Objeto Editorial y Entre el blanco y el negro (2015), por Ediciones de la grieta, y la plaqueta Las partes de la ciudad (2017) por Taller de Edición y encuadernación Perronautas. Estos poemas son parte de un libro inédito

RICARDO GUERRA





ESPASMO SOLEDAD

En la mayoría de mis pesadillas,
Camino por la playa.
------- Solo, casi siempre solo.

Creo que la angustia llega
Cuando el sol se esconde.
------- Solo, casi siempre solo.

Dígame, en esos momentos
Como dejar de sentirse,
------- Solo, casi siempre solo.

La melancolía me ha dejado acá.
Repita conmigo:

------- Solo, casi siempre solo.


NO SUBESTIME AL HOMBRE ENVUELTO EN LLAMAS

Una flor puede anidar en su capullo
Más de dos años. Siendo
La forma natural del egoísmo,
Pero no te alarmes,
El mundo asume que el tiempo
Puede convertir paciente al hombre.

No finja que le importa,
Sabemos que usted no olfatea libros de filosofía.
Tampoco es que vaya a ser mal visto aquí,
Solo debe llegar temprano,
Dejando a un lado el miedo
Que tiene a todo lo que está a su espalda.

Queremos desgastar nuestras narices hasta que sangren.
Escribiendo aventuras de “sabiduría criolla”
Para dejar de refleja la virtud de nuestros tiempos.
Mi padre enfermó por lo mismo,
Yo voy al hospital los lunes,
Para jugar con la silla de ruedas de mi viejo.

Tengo un tatuaje con tinta de olvido.
Soy el papeleo sucio de alguna secretaria
Con ganas de inventar conmigo
Naves espaciales con dormitorios como destino.
Sentada en las piernas de su jefe, toma nota sobre mí,
Ella. La de los corazones como punto y tilde.

Ninguna mujer es mía.
sólo tengo fotografías de pechos desnudos.
Al parecer soy afortunado por eso.
La gente no me entiende,
hay algo más que pechos grandes y desnudos.
No soy del tipo “Rockstar”.

No es fácil estar.
Sonreír.
Dar la mano a un completo extraño.
Caminar por la lluvia.
Y no tener tabacos.

La ciudad se olvida del peligro.
Lo que a mí me falta,
son ganas de vivir.
Ahora que lo entiendo,
puedo dejar de ser
y encenderme en llamas.


NO ENTIENDO A LAS CHICAS QUE AMAN LOS GATOS.

En la noche cuando camino por tu cuadra,
Un “Miaw” y un “Grito”,
Y siento en mí sus fisgonas miradas,
Y así va, me persiguen hasta que la calle termine.

Las chicas y los gatos no son terrestres,
Solo si te fijas en la noche,
Al parecer, si sostienes tu mirada lo suficiente,
Verás en sus ojos las estrellas.

No puedo ser gato,
Aunque siempre quise ser mujer,
O gato, o lo que sea,
Lo que sea menos hombre.



RICARDO GUERRA (Ambato - 1994) Desde el 2011 trabaja en proyectos culturales dentro y fuera de la provincia. La mayoría de estos proyectos está a cargo de promover el desarrollo y capacitación de la colectividad en temas de producción y apreciación cultura.
El centro de sus actividades casi siempre ha sido la producción literaria, por el momento la poesía.
- Publicaciones en el Diario "EL PERIÓDICO" Ambato 2013- 2014.
- Publicación en la revista "La guerra". Cuenca 2015.
- Publicación de "La Poesía de mi Silencio" 11-03-2016.

ANDREA DE LEÓN



Julien Pacaud


EUTANASIA DE LA FE

Usted desterró mis signos
las palabras son una hoguera
sobre el cayado aórtico
a esa hora Dios muere
sólo para no escuchar la súplica.
Soy yo quien carga
el revólver
y el tiro de gracia.


CHACALA
A Goerge y Mota
Puedo morir en Chacala
con el ácido hasta el cuello
y la niña blanca en la nariz.

Puedo morir supliendo el agua de este cuerpo
por distintos líquidos
probando la sal de las medusas.

Llenando mis pulmones de un espeso humo 
tomando el sol a la hora del cáncer
sumergirme de noche en el agua.

Sin mis branquias 
sin mis ojos de gato sin la cordura
sin 2 de mis 3 sentidos disponibles.

Puedo morir en Chacala
y deshacerme de lo que he vivido
peinar la arena y enterrar mis tesoros.
Cuando regrese besaré cada arenilla
para montarla sobre el viento
y descubrir lo escondido.


RETRATO


Pinta al abuelo
con el reloj de caja
con su bastón
y la mecedora que ya no mece.
Píntalo con su ajedrez
con su silla frente a la ventana
y su pipa que ya no quema.
Pinta al abuelo con su cama y su buró
con la mesa en la que no come
con la puerta que ya no cierra.
Píntalo con su ataúd y su guitarra sin cuerdas.


UNA MOSCA

Ayer maté una mosca la rocié excesivamente de un limpiador violeta y cayó aniquilada por el mismísimo matamoscas, la tomé con cautela y la llevé rápido a la sala de enjuague, pero nada ella siguió muerta, y más que muerta parecía dormida, intacta (si no supiera que fui yo quien la mató pensaría que tiene vida) porque ahí, donde la acomodé se ve muy bien, muy normal, muy mosca, y mi intención en realidad fue no matarla, pero mi intención en realidad fue revivirla.




Andrea De León, joven mexicana de 25 años. Nacida en la ciudad de Querétaro. Incursionó a los 16 años en el mundo de las letras y el teatro. Fue alumna del Maestro Miguel Aguilar Carrillo y asiste al taller de poesía coordinado por Romina Cazón.
Tiene diversas publicaciones, El poema del día es, Barroco, Diario de Querétaro, entre otros. Su libro Eutanasia de la fe está próximo a salir bajo el sello de Ediciones El Humo en la colección Maquillaje 0.

MIGUEL ÁNGEL REAL





Zoologías
*

Las tortugas me caen bien:
me recuerdan
a un escribano que conocí en otra vida.
Sus gestos esmerados eran tiempo
e iluminaba el mundo con los callos de sus dedos.

*

Un caballo naranja
es una definición de lo que esperas.

*

Tengo el vigor de una anémona hoy
por lo que no puedo acercarme a ti
para envenenarte.
*

Mi vecina no sabe qué son los zopilotes.
No importa. Prefiero no explicárselo.
A ella ya le arrancarán los ojos
otras alimañas.
*

Dicen que el ruido de las termitas
que devoran con tesón y secreto
las vigas de una casa abandonada
es comparable con el que crean las pesadillas
al frotarse contra las almohadas.
Pero cualquier cosa
antes que este silencio.

*


Tras cortar el césped
siento que algún insecto me mordisquea la nuca.
La piedad de San Francisco de Asís
nunca fue lo mío.

*

Cuando en una escuela
los niños de una clase diseccionan quince ranas
las charcas ni se resecan ni lloran.


Miguel Angel Real.  Nacido en Valladolid (España) en 1965. Licenciado en Filología Francesa. Reside en Francia desde 1991, donde trabaja como catedrático de español en el Lycée de Cornouaille de Quimper (Bretaña), colaborando además ocasionalmente como profesor en la U.B.O. (Université de Bretagne Occidentale)  de dicha ciudad.
Tercer premio del VII Concurso Internacional de Poesía Atiniense 2016 (Argentina). Finalista del VI Premio de Literatura experimental, convocado por el Sporting Club Russafa Carlos Moreno Mínguez (España, Mayo de 2017).
Algunos de sus poemas en español han sido publicados en las revistas Letralia (Venezuela), Fábula (Universidad de Logroño, España) y Marabunta (México).
Traductor de poesía contemporánea en francés y español. Ha publicado (en colaboración)  algunas de sus traducciones (Luis Alberto de Cuenca, Ramiro Oviedo, Raúl Quinto, José María Alvarez, Eric Dubois, etc) en diversas revistas en Francia y en España (Passage d’encres, Le Capital des Mots, La Galla Ciencia…).

VÍCTOR GARRIDO

Valentín Mittler


EL SOMBRERO


Un sombrero
quería regalarme
la muchacha.

Un sombrero
nuevo,
a medida,
sólo para mí.

Un sombrero
quería regalarme
la muchacha,
para taparme la cabeza
y que nadie la viera.

Me cortaré la cabeza
y se la regalaré
a la muchacha,
con la condición
de que nunca la tape,
de que juegue
al volleyball con ella
y la haga llegar
tan alto
como pueda.

Y el sombrero lo usaré
para abanicarme.



LA EXPLOSIÓN DE UNA ESTRELLA DENTRO DE MI CRÁNEO

No nací.

Salí de un vórtice
abierto
una madrugada.

Así como brotan
las plantas de la tierra,
yo broté del vórtice,

y miré a la luna
y le ladré.

Luego el vórtice se cerró
y me quedé solo.

Nunca aprendí
a hablar,
sólo ladrar
y sentir
y bailar,
pero no cuando yo quiero:

sólo cuando vuelve
el vórtice,
cuando vuelve
a abrirse
el vórtice

como la explosión de una estrella dentro de mi cráneo.

Entonces vuelvo
a nacer,
a sentir,
a ladrar,
a bailar,

y a través del humo
que me sale
de la nariz, y de la boca, y del culo,

veo un sol pequeñito
muy lejano

mientras el vórtice se va cerrando
y mi cráneo queda relleno de polvo estelar.


EL HOMBRE QUE MEÓ EN LA REGADERA

Todo fue culpa mía.
Yo hice que un hombre
meara en una regadera.

Y luego me hice el tonto,
y aproveché que sabía volar;
y desde lo alto
regué al mundo
con la meada de aquel hombre.

Y a los románticos les regué
con meado,
y a los que se quedan quietos les regué
con meado,
y a los que compran mierda les regué
con meado,
y a los fascistas les regué
con meado,
y los que sufren les regué
con meado,
y a los de 1978 les regué
con meado,
y a los machistas les regué
con meado,
y a los que salen en la tele les regué
con meado,
y a las machistas les regué
con meado,
y a los romanos les regué
con meado,
y a los que jamás lloran les regué
con meado,
y a los que jamás ríen les regué
con meado,
y a los reyes sumerios,
y a los otros,
y a los niños,
y a los que lo saben todo
y a los que no saben nada
y a los que no se enamoran

y a los que no bailan les regué
con meado,

y a los que no vuelan les regué
con meado.

Y los que no bailan
ni vuelan
se ahogaron en meado.



YO TIRO COPAS DE VINO

Los gigantes bailan,
se divierten,
con una sonrisa
muerta
que nunca cambia.

Mientras la niña
se esfuerza
por llegar a su altura.

Usa una cuerda,
intenta subir,
una cuerda atada
a una nube.

Agarrada a la cuerda,
cerca ya de la sonrisa
de los gigantes,
nada sujeta a la niña,
sólo sus manos
y sus piernas.

Se cimbrea en la cuerda cansada.

Y cuando sus manos resbalan
y cuando sus piernas resbalan
y cuando sus manos sueltan la cuerda
y parece que va a caer,
agarra su moño,
y jala de su moño
y se mantiene en el aire
agarrada a su moño.

Jala de su moño,
se mantiene
en el aire;
se cimbrea
en el aire
agarrada
a su moño.

Y cuando su moño
ya no la sostiene,
y cuando su moño
se deshace en una cascada
que cubre sus ojos,
la niña camina por el suelo,
la niña camina por el suelo,
la niña camina por el suelo,
lejos de la sonrisa
de los gigantes.

Y dentro de una hora
la niña
volverá a trepar
por la cuerda;
la nube
está esperando;
la niña
volverá
con su moño
a trepar por la cuerda.

Los gigantes bailan,
se divierten,
con una sonrisa
muerta
que nunca cambia.

Y yo,
tiro copas de vino
por el suelo que pisa
la niña.



Víctor Garrido. Tiene 30 años, de los cuales ha pasado escribiendo casi la mitad. Nunca se lo había tomado en serio, ni había sentido interés por publicar nada, hasta que hace un año decidió volverse voluntariamente loco, y sintió curiosidad por ver cómo pueden los cerebros ajenos al suyo interpretar las cosas que escribe.

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