ANTONIO GAMONEDA




1.

En la quietud de madres inclinadas sobre el abismo
En ciertas flores que se cerraron antes de ser abrasadas por el infortunio, antes de que
los caballos aprendieran a llorar.
En la humedad de los ancianos.
En la sustancia amarilla del corazón.


2.

Tras asistir a la ejecución de las alondras has descendido aún hasta encontrar tu rostro
dividido entre el agua y la profundidad.
Te has inclinado sobre tu propia belleza y con tus dedos ágiles acaricias la piel de la mentira:
ah tempestad de oro en tus oídos, mástiles en tu alma, profecías...
Mas las hormigas se dirigen hacia tus llagas y allí procrean sin descanso
y hay azufre en las tazas donde debiera hervir la misericordia.
Es esbelta la sombra, es hermoso el abismo:
ten cuidado, hijo mío, con ciertas alas que rozan tu corazón.


3.

No hay salud, no hay descanso. El animal oscuro viene en medio de los vientos y hay extracción de hombres bajo los números de la desgracia. No hay salud, no hay descanso. Crece un negro bramido y tú interpones los estambres más tristes (bajo un sol incesante, en un cuenco de llanto, en la raíz morada del augurio) y las madres insomnes, las que habitan las celdas del relámpago, deslizan sus miradas en un bosque de lápidas.
¿Gimen aún los pájaros? Todo está ensangrentado. Sordo en el fondo de la música, ¿debo insistir aún? Hay vigilancia en los jardines interpuestos entre mi espíritu y la precisión de los espías. Hay vigilancia en las iglesias.
Guárdate de la calcinación y del incesto; guárdate, digo, de ti misma, España
(Canción de los espías)

4.

Desde los balcones, sobre el portal oscuro, yo miraba con el rostro pegado a las barras frías; oculto tras las begonias, espiaba el movimiento de hombres cenceños. Algunos tenían las mejillas labradas por el grisú, dibujadas con terribles tramas azules; otros cantaban acunando una orfandad oculta. Eran hombres lentos, exasperados por la prohibición y el olor de la muerte.
(Mi madre, con los ojos muy abiertos, temerosa del crujido de las tarimas bajo sus pies, se acercó a mi espalda y, con violencia silenciosa, me retrajo hacia el interior de las habitaciones. Puso el dedo índice de la mano derecha sobre sus labios y cerró las hojas del balcón lentamente.)

5.

Vienen dibujando cúpulas: deshabitan fresnos y se alimentan de gramíneas  blancas.
Sus alas se abren sobre mi frente como en los días de la enfermedad. Vi la infección en los jardines ciudadanos; vi las hormigas sobre algodones ensangrentados y, sin embargo, fue un día alimentado por la dulzura. Una canción se instalaba en la lentitud y la distancia habla en la música. Lame los cerros polvorientos antes de entrar en mi corazón. Aquella tarde sobre las ciénagas de Armunia puso veneno en mis oídos y una miel negra sobre los andenes de la Clasificación. Alguien gimió y los altavoces enmudecieron en el crepúsculo. Una tristeza giratoria acude a la restitución del silencio ylas torres arden bajo los pájaros 
tardíos.


6.
Llegan los números
En tus dos lenguas hoy estuve triste;
en la que habla de misericordia
y en la que arde ilícita.
En dos alambres puse mi esperanza.
Estoy viendo dos muertes en mi vida.

RELACIÓN ENTRE POESÍA Y PINTURA / WALLACE STEVENS


Basquiat

Podemos contemplar nuestro tema, pues, desde dos puntos de vista, el primero el del hombre que se centra en la pintura, tanto si es como si no es pintor, y él segundo el del hombre que se centra en la poesía, tanto si es como si no es poeta. Para utilizar el punto de vista del hombre que se centra en la pintura, permítaseme referirme al capítulo de Appreciation [Apreciación], de Leo Stein, titulado «Sobre leer poesía y ver cuadros». Dice el autor que cuando era niño tomó conciencia de la composición de la naturaleza y gradualmente fue comprendiendo que el arte y la composición eran lo mismo. Comenzó a experimentar del modo siguiente:
Puse sobre la mesa... un plato de barro... y lo miraba todos los días durante unos minutos o durante horas. Tenía el propósito de verlo como si fuera un cuadro y aguardé hasta que se convirtió en un cuadro. Con el tiempo, así ocurrió. El cambio se produjo de repente, cuando el plato como objeto pormenorizado... una determinada forma, con determinados colores aplicados... pasó a convertirse en una composición en la que todos los elementos no eran sino meros factores del conjunto. La composición pictórica pintada en el plato dejó de estar en el plano para pasar a formar parte de una composición mayor que era el plato como un todo. Había dado un primer paso para ver pictóricamente.
Lo que se habla iniciado se fue desplegando en todas direcciones. Quería ser capaz de ver cualquier cosa como una composición y descubrí que era posible hacerlo.
Improvisó una definición del arte: es la naturaleza vista a la luz de su significado, y al darse cuenta de que este significado consistía en formas, agregó «formal» a «significado».
Al concentrarse en la educación del oído, observó que no hay nada comparable al ejercicio de composición que ofrece el mundo visible. Por composición entendía lo que se compone con las palabras: el uso del sentido existencial de las palabras. La composición era su pasión. Consideraba que un cuadro formalmente acabado es aquel en el que todas las partes están tan interrelacionadas entre sí que unas implican a otras. Por último, dijo «un excelente ejemplo es el verso del Michael de Wordsworth ‘And never lifted up a single stone’ (‘Y no levantó nunca ni una sola piedra’)». Se podría decir de un trabajador perezoso: «Ha estado ahí fuera, holgazaneando, y no levantó nunca ni una sola piedra», y nadie pensaría que esto es gran poesía... Estas líneas no tendrían valor existencial; sencillamente llamarían la atención sobre el trabajador perezoso. Pero el uso composicional que hace Wordsworth de este verso lo convierte en algo por completo distinto. Estas sencillas palabras se cargan con la tragedia del anciano pastor y se saturan de poesía. Su importancia referencial es leve, pues la importancia de la acción a que se refieren no radica en la acción en si misma sino en su significado; y el significado lo crean las palabras. Por lo tanto se trata de un verso de gran poesía.
La elección de la composición como el común denominador de la poesía y la pintura es una caracterización técnica hecha por un hombre centrado en la pintura, aun concediendo que no era un hombre al que uno consideraría un técnico. La poesía y la pintura crean por igual mediante la composición.
Ahora bien, el poeta que busca una analogía entre la poesía y la pintura, y que trata de adoptar el punto de vista del hombre centrado en la poesía, comienza teniendo la sensación de que la técnica empapa la pintura hasta tal punto que ambas cosas se identifican. Esto no es cierto, puesto que, si la pintura fuese puramente técnica, esa concepción de la misma excluiría al artista como persona. Por lo tanto, quiero decir algo basado en la sensibilidad del poeta y en la del pintor. No estoy absolutamente seguro de saber lo que significa sensibilidad. Supongo que quiere decir sentimiento; como suele decirse, los sentimientos. Sé lo que se entiende por sensibilidad nerviosa, como cuando, en un concierto, los oyentes, después de haberse colocado y permanecer atentos, oyen de súbito un estallido de trompetas que les hace encogerse a manera de reacción nerviosa. La satisfacción que tenemos cuando miramos por la ventana y vemos que hace un buen día, o cuando miramos uno de los límpidos paisajes de Corot en los que el pays de Corot parece ser algo distinto. Suele decirse que el origen de la poesía hay que buscarlo en la sensibilidad. Hemos empezado por la conjunción de Claude y Virgilio; obsérvese ahora como el uno evoca al otro. Estas evocaciones son atribuibles a similitudes de sensibilidad. Sí en Claude nos encontramos en el reino de Saturno, el soberano del mundo en la edad dorada de la inocencia y la abundancia, y si en Virgilio nos encontramos en el mismo reino, reconocemos que existe ahí, en el caso de Claude y Virgilio, una identidad de sensibilidad. Sin embargo, si se pone en cuestión el dogma de que hay que buscar los orígenes de la poesía en la sensibilidad y se afirma que un poema afortunado, o un cuadro afortunado, es una síntesis de excepcional concentración (ese grado de concentración que tiene una intrínseca lucidez, en la que vemos con claridad lo que queremos ver y lo vemos instantánea y perfectamente), nos encontramos con que la fuerza operativa de nuestro interior no parece ser de hecho la sensibilidad, es decir, los sentimientos. Parece ser una facultad constructiva que más saca su fuerza de la imaginación que de la sensibilidad. He dicho poner en cuestión, no rechazar. La mente retiene la experiencia, de modo que mucho después de acaecida la experiencia, mucho después de la claridad invernal de una mañana de enero, mucho después de los límpidos paisajes de Corot, esa facultad interior nuestra de la que he hablado hace sus propias construcciones a partir de aquella experiencia. Si se limita a reconstruir la experiencia, o a repetirnos las sensaciones vividas ante aquello, se trata de la memoria. Lo que en realidad hace es utilizar aquello como material con el que hace lo que quiere. Ésta es la típica función de la imaginación, que siempre utiliza lo conocido para crear lo no conocido. Lo que parecen implicar estas observaciones es la sustitución de la idea de inspiración por la idea de un esfuerzo mental no basado en las vicisitudes de la sensibilidad. Es tan absolutamente posible sentarse a la propia mesa y, sin ayuda de la conmoción de los sentimientos, escribir comedias de incomparable intensidad, que es precisamente lo que hizo Shakespeare. Shakespeare no se basaba en casualidades de la inspiración. No es la menor de sus glorias que se pueda decir de él: cuanto mayor el pensador, mayor el poeta. Sería más acertado decir: cuanto mayor la inteligencia, mayor el poeta; porque el mal del pensamiento como poesía no es lo mismo que el bien del pensamiento en poesía. Lo que importa es que el poeta hace su trabajo en virtud de un esfuerzo mental. Al hacerlo así, tiene relación con el pintor, que realiza su trabajo, con respecto a los problemas de forma y color, a los que se enfrenta incesantemente, no gracias a la inspiración, sino gracias a la imaginación o a la milagrosa clase de razón que a veces promueve la imaginación. En resumen, estas dos artes, la poesía y la pintura, tienen en común un elemento laborioso que, cuando se ejercita, no sólo es un trabajo sino también una consumación. Como prueba de esto, permítaseme poner codo con codo la prosa de Proust, tomada de su vasta novela, y la pintura, tomada al azar, de Jacques Villon. Sobre Proust, cito un párrafo del profesor Saurat:
Otra provincia que ha añadido a la literatura es la descripción de esos momentos eternos en los que nos elevamos por encima de este mundo monótono... La magdalena mojada en el té, el campanario de Martinville, unos árboles de una carretera, un perfume de flores silvestres, una visión de la luz y la sombra entre árboles, una cuchara que al tintinear en un plato es como el martillo del ferroviario en las ruedas del tren desde el que se veían los árboles, la servilleta tiesa de un hotel, la desigualdad de dos piedras de Venecia y las irregularidades del patio de la casa de los Guermantes en la ciudad...

En cuanto a Villon: poco antes de ponerme a escribir estas notas, me dejé caer por la Carré Gallery de Nueva York a ver una exposición de cuadros entre los que había una docena de obras suyas. De inmediato me percaté de la presencia de los encantos de la inteligencia en todo su material prismático. Una mujer tendida en una hamaca se transformaba en un complejo de planos y tonos, radiante, vaporoso, exacto. Una tetera y un par de tazas ocupaban su lugar en una realidad totalmente compuesta de cosas irreales. Las obras eran deliciae del espíritu en tanto que algo distinto de las delectationes de los sentidos, y esto es así porque uno encuentra en ellas la labor de cálculo, el apetito de perfección.

ERNESTO PARYSOW



imagino una letra sólo mía
una palabra empezando con esa letra
una frase
un peldaño
una piedra del tamaño de un puño
una ventana rota
una carrera
un sonido de hueso que se quiebra
la letra
mi letra
tan
cercana
a
la
soledad
como la piedra rodando por el piso
rodeada de vidrios
intocable para siempre
esperando la demolición
de una casa vacía

*
n i ñ o              i n s t i n t o

e l e m e n t a l

es la noche apuntándome como culpable de mi desarraigo si no logro transplantarme
es el sitio en el cual desemboco para permanecer un instante
un solo instante
con la claridad absoluta para merecerlo
con el viento frío pegándome en la espalda
con la posibilidad de abrigarme y no hacerlo

soy un solo punto de mi eje para la partida


*

lugares                     dormías

veías

y tus labios no se acercaban nunca

y tus ojos derretían de sombra a mis ojos

y despertaban esa oscura proyección de mí


la sombra de la llave

¿quién se despierta día tras día?
¿quién se levanta día tras día
de la misma cama al mismo suelo al mismo desayuno a los mismos pasos
día tras día?
¿mismos pasos?

el tiempo avanza día tras día

el mismo acto día tras día
el mismo actor paso a paso despierta día tras día
se levanta día tras día
y camina día tras día
los mismos pasos día tras día
hasta gastar las suelas
paso a paso
día tras día
levantarse suela a suela
despertarse cama a cama
día tras día




Ernesto Parysow (1967 - Buenos Aires, Argentina). Realizó su primer taller literario en la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) en 1982. Estudió cine en Instituto de Arte Cinematográfico de Avellaneda (IDAC) y en la Fundación Universidad del Cine (FUC) desde 1991 hasta 1993. Escribió varios guiones de cortos y largometrajes y co-escribió y dirigió el docudrama Punto de Equilibrio - primera película argentina sobre diabetes (www.puntodeequilibriodvd.com)
Poeta autodidacta desde hace más de 35 años. Escribió “A. cerca de A.” poemario dedicado a Alejandra Pizarnik (1990), “Mineral” (1994), “Erosión” (1997), “Claroscuro” (2001 – con correcciones en 2016, de próxima aparición en lindayfatal ediciones).
Actualmente trabajando en varios proyectos literarios, tanto poéticos como narrativos.

CRISTOPHER YESCAS








aniversario
a diana y su luz


hoy escuché morir a un hombre
amor mío
escuché en realidad primero muchos ruidos de sirenas
rojas azules excitadas llenas de sangre las luces de las patrullas
que pasaban cerca muy cerca de mi casa
y no pude pensar en otra cosa que no fuera tu cara
en tus ojos que pueden salvarle la vida a un pobre diablo


vine aquí ayer y me di cuenta que el mundo es malo
que las personas sufren
y para distraer al sufrimiento
le pican el costado a quien se deje
amor mío es todo un círculo vicioso
ábreme tus brazos
envíciame
hagamos nuestro círculo
para romperlo


con tus ratos de mística y tu elevado espíritu
al que le da por volar de rato en rato
quiero llegar hasta una playa fría que mi piel resista
cuando estemos allí           niña               cuídame de las olas
no sé contenerme ante la belleza
solo en ti deseo morir ahogado


subí y subí y subí sin cansarme llegué a tu casa
te tomé de la mano y  dije corre y corrimos los dos
y seguimos bajando y bajando y no sé a dónde llegaremos
pero no importa


te acuerdas todavía yo sé que sí
de la primer copa de vino
y la primer cara de asco
y el segundo y tercer trago
y la fruta y el dolor y el tiempo
y nuestros labios rojos de la sangre
del otro


nuestro sudor
nos dio vida eterna
gracias al cáliz
en que lo bebimos


nos perdimos una vez que no recuerdas en un campo grande de trigo
y era todo un laberinto amarillo y lento
que se movía apacible a la par de nuestros cuerpos
resignados nos tiramos al piso y fuimos los dos una semilla
que germina y florece diario


nos recuerdan esas sábanas
y ese colchón que fueron blancos
y nos recuerda también
la lavandera


después de insistirles mucho nos pusieron nuestras cumbias
subieron todo el volumen el mundo estaba listo para vernos
todos estaban atentos al primer paso que dieramos y a la primer vuelta
pero tomé tu mano rodeé tu cintura y se fueron todos y el espacio y el tiempo
y el sonido se acabaron


te recuerdo riendo una tarde en tu casa mientras te hablaba de algo serio
de algo muy importante trascendente quizá te explicaba
un sistema filosófico que no entiendo
un poema muy triste de un hombre y su perro asesinado
o  el del hombre que viaja de arriba a abajo
y ríe de Cristo
no importa
yo estaba serio y tu reías
te pregunté qué era tan gracioso tú me dijiste que era divertido
estar
enamorada


es como aquella vez que nos acurrucamos en un parque
nos quedamos dormidos y soñamos tan cerca
que nuestros sueños fueron uno
despertamos los dos tan llenos de deseo que reventamos
y ahora en ese parque crecen árboles
con nuestra cara

No sé si
tengopaísotengodiosotengounhogarmasqueunacasa
Nosési
hay hoy un lugar al cual llegar no de extranjero
N o s é s i s é
como regresar a e s e lugar que me enseñaste un día
No
            me
                        acuerdo
de la ruta la olvidé a drede
Me quedaré aquí sentado toda la noche
esperando por ti
esperando a que tú llegues
y me salves
de mi mismo
Serás como ya eres
mi patria
única mi casa
mi hogar
de aquí de este año
de uno a /’sieN.pɾe/


CRISTOPHER YESCAS (Ciudad de México, 1996) Es estudiante de sexto semestre de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Cofundador y editor de la revista Primera Página en México (primerapaginarevista.com), así como de la editorial de poesía Memorabilia ediciones. Ha publicado poesía y narrativa en varios medios digitales e impresos. Le interesan la vida, la poesía, la música, la traducción, la tipografía, la escritura autobiográfica, la fotografía,el dolor y la felicidad.

ALEJANDRA REVISITED / GABRIELA DE CICCO




Algunas de las nuevas poetas argentinas de la reciente generación del noventa tenemos en nuestro horizonte ciertas voces, registros y tonos que nos hacen guiños, que nos seducen, contra los cuales luchamos a brazo partido o bien adherimos para luego seguir nuestro camino y dejarlos en el lugar más amoroso de las referencias; algunos de ellos son los de Diana Bellessi, Mirta Rosenberg, María del Carmen Colombo...

Y antes de ellas, y en su propio horizonte, una sinfonía magnífica y estruendosa: Alfonsina Storni, Olga Orozco, Amelia Biagioni, Alejandra Pizarnik, Susana Thénon y Juana Bignozzi.

En esa escena, la angustia de las influencias marca un recorrido mínimo y personal pero demasiado grande: Alfonsina, Alejandra, y por el camino trazado por ellas, pero quebrándolo y sembrándolo de atajos y desvíos: Diana Bellessi.

Pero con ojo atento y oído sensible nos damos cuenta, como en un juego lógico, de los nombres que molestan, que no concuerdan, que se escapan hacia otra dirección; esos nombres son: Orozco, Biagioni, Pizarnik.

Y es justamente aquí cuando se instala la ncesidad de una revisión de estas poéticas, y sobre todo del lugar que ocupa la poesía de Alejandra ya que la suya ha sido, por diferentes motivos, la que más ha marcado a las generaciones posteriores de poetas.

Creado el mito poco tiempo después de su muerte ocurrida en 1972; canonizada por una crítica que podríamos llamar hermenéutica, que ha tendido a cristalizarla cerrando su poética de mltiples entradas en un sentido unívoco, y sobredimensionada en los ochenta por un abuso de citas, poemas dedicados a ella y copias burdas de sus poemas; Alejandra se presenta en los noventa como un objeto del deseo al que se quiere alcanzar pero de una manera nueva: prueba de ello son las investigaciones, algunas an inéditas, de otras poetas o críticas, que viene desarrollando desde hace años un trabajo muy interesante y renovado al respecto.(1)

Por otro lado se realiza una película documental en la que se rescatan ciertos textos de su obra sobre los que antes nunca se había hecho referencia o sobre el que se había trabajado muy poco, como es el caso de La Condesa Sangrienta. Además se publica el esperado libro de Isabel Monzón que justamente estudia las condesas de Alejandra y Valentine Penrose, abriendo una puerta hacia un nuevo camino de compresnión y lecura por medio de la psicología.(2)

Ante este panorama cambiante, nosotras, como lectoras y como poetas, debemos preguntarnos casi por primera vez cuál es la herencia que nos dejó Pizarnik-mujer-poeta.

Tomemos dos momentos de su poesía para poder comenzar a reflexionar. Uno es: "¿Qué significa traducirnos en palabras?"(3) y el otro: "¿A dónde la conduce esta escritura? A lo negro, a lo estéril, a lo fragmentario".(4)

Lo más significativo es que encontramos estas dos citas en el que fue su ltimo libro, un libro en donde se hace presente su constante lucha con el lenguaje para poder decir, entre otras cosas, la imposibilidad de poder decir "acertadamente" lo que se desea y el terror de la soledad existencial. El miedo quiebra la forma del poema, su ritmo sigue un aliento rápido, el silencio busca su signo como en la msica.

Al primer verso citado me interesa actualizarlo de la siguiente manera: øqué significa para las mujeres el traducirnos en palabras? Por un lado un trabajo íntimo de indagación (5), un permanente insight que permita obtener las imágenes necesarias que nos ayuden a "recomponer una identidad rota, o crear un verosímil autobiográfico que se engendra a sí mismo en el poema"(6) y por otro lado un trabajo constante con el lenguaje para poder construir una lengua propia. Y creo que es justamente este trabajo el que respondería a la segunda pregunta formulada por Alejandra: la conciencia tomada en este tipo de práctica escrituraria nos permitiría abrir una puerta hacia todo lo contrario de lo que la poeta enunció.

La pregunta de Pizarnik parece denunciar también la carga de toda una tradición, de la que ella es subsidiaria: el romanticismo, el surrealismo y cierta línea de la generación del cuarenta- léase Enrique Molina y Olga Orozco-. Sin embargo, su trabajo sobre esa tradición no parece haber sido suficiente.

Por otra parte, en sus diarios encontramos esta entrada: "Hubiera preferido cantar blues en cualquier pequeño sitio lleno de humo en vez de pasarme las noches de mi vida escarbando en el lenguaje como una loca"(2.VI.61, Paris).(7)

Cantar obviamente no es escribir; cantar no significa crear necesariamente el texto que luego se vocalizará, pero sí lleva implícita la interpretación tanto de un texto propio como ajeno, y es esa palabra con sus múltiples significados la que nos lleva a pensar la escritura como una interpretación que concibe, ordena o expresa de un modo personal la realidad; no olvidemos que una de las acepciones de sus acepciones es la de representar un texto dado.

Pareciera que para Pizarnik hubiera sido preferible interpretar un texto previo, incluso creado por otra persona, en vez de escarbar en el lenguaje, acción que permitiría expresar de un modo netamente personal la realidad. Lo que parece estar en juego en estas líneas de su diario es el dolor de tratar de traducir en palabras sus visiones, sus sensaciones; sería más fácil, más liviano cantarlo pero con las palabras de otro/-a. Esto también nos puede dar una idea de escritura palimpséstica: escribir sobre otro texto ya escrito, borrar apenas y seguir las huellas; es más, podemos pensar en la comodidad que es seguir los pasos anteriores. En Alejandra se nota cierta incomodidad, pero parece serlo sólo por momentos. Lo que sí importa es ver cómo retrabaja las citas de sus autores preferidos, citándolos a veces sin comillas y apropiándoselos de una forma muy especial. Y podemos ver esto sobre todo en la parte más delirada de su discurso poético.

Pero no podemos soslayar a esta altura que tanto escribir como cantar (como cualquier otro disciplina artística) es una elección de vida que realizamos guiadas-os por nuestro deseo y sobre todo a partir de nuestras capacidades o dones; y en este caso las obligaciones provienen de nuestro interior, sobre todo cuando no se trata de una escritura profesional que llevaría a cumplr con fechas de entrega, etc.(8)

La elección por la poesía para muchos/as poetas de la generación de Alejandra ha hecho de la obra de aquéllos/as un lugar de resistencia, de lucha. de denuncia, y es aquí cuando podemos ver, por lo menos, dos de las puntas de la generación del sesenta: por un lado Juan Gelman, Juana Bignozzi, y por el otro Pizarnik y Miguel Angel Bustos. Un mismo tiempo para diferentes voces, poéticas; cuerpos poéticos intentando cambiar la realidad cada uno/a a su manera, todos/as acertados/as, quien más, quien menos marcando camino.

Creo que la denuncia tuvo en Alejandra una forma expresiva bastante particular y personal, ya que más allá de los aspectos autobiográficos, su poesía marcó los lugares de las pérdidas, puso en evidencia ese vacío expresivo y significativo que recién la generación de las poetas del ochenta comenzarían a llenar, no sin sufrimiento, pero sí con la convicción de que un cambio era posible para el decir de las mujeres, sobre todo después de los años de la dictadura. La escritura de algunas de estas poetas como la de Pizarnik fue también contra el miedo originado en otras raíces.(9)

Siguiendo con la lectura de sus diarios podemos ver cuántas veces Pizarnik se sentía condenada al trabajo de escritura, sin embargo, para ella la escritura de un diario podría facilitar el camino hacia la libertad, el camino hacia el autoconocimiento, y a la vez poder hablar de la experiencia de lo poético, que en definitiva es el camino en sí mismo. Pizarnik escribió: "Si pudiera tomar nota de mí todos los días sería una manera de no perderme, de enlazarme, porque es indudable que me huyo, no me escucho"(6.III.61, Paris).

Lo ideal sería, para las mujeres que les interesa, potenciar esta indagación presentada por Alejandra en estas líneas y deshacernos de la idea de condena. Comenzar a escuchar más atentamente, tomar nota de las voces internas que pujan por salir de una manera nueva, fundar verdadera leyenda y crear un nuevo territorio.

Para las poetas del noventa, la escritura tendería a ser tarea en el sentido bellessiano del término, un predominio de la conciencia sobre cada línea escrita desde las entrañas: "Una mujer madura/que ya/ no será// sino/ lo que es:// tarea// Conciencia que expresa/ el esplendor// y deseo/ más allá/ de la línea de sombra"(10).

La generalogía es amplia y amorosa, pero si insistimos en quedarnos en la línea de sombra de los poemas de Pizarnik sin intentar resemantizar la lengua poética heredada, no podremos avanzar mucho, clausurándonos en la mera repetición de un fragor fascinante pero que ya ha dicho (hasta donde pudo) lo que quería.

(Este articulo fue publicado por primera vez en la revista Feminaria nro.:16, Buenos Aires, Mayo de 1996; fue también reproducido en "Debate Feminista" Nº 15, 1997, Mexico.)

Notas


1.- Ejemplo de esto es lo realizado por Delfina Muschietti, Alicia Genovese, Diana Bellessi.
2.- Isabel Monzón, Báthory. Acercamiento al mito de la Condesa Sangrienta. Bs.As, Feminaria Editora, 1994.
3.- "Ojos primitivos" en El infierno musical.
4.- "Piedra fundamental, Ibidem.
5.- A este respecto recomiendo leer un trabajo muy inspirador como es el de la poeta y crítica canadiense Nicole Brossard: "Memoria: holograma del deseo", en Feminaria, Nro.3, Abril 1989.
6.- Susana Poujol, " Intertextualidad en la poesía escrita por mujeres en la última década", Feminaria nro.:7, agosto,1991.
7.- Alejandra Pizarnik, Semblanza , Mexico, FCE,1994.pág.254. Todas las citas de los diarios son de esta edición.
8.- Por otra parte varias de las entradas de los diarios dan cuenta de lo pesado que era para Alejandra cumplir con los encargos de las diversas publicaciones con las que colaboraba y esto nos pone frente a la falta de tiempo para poder crear la propia obra, otro punto interesante de ver en Alejandra.
9.- Ver Monzón, op.cit., pág.28 cuando se habla sobre la relación entre la melancolía y los regímenes autoritarios.
10.- Diana Bellessi, Eroica, Bs. As. Libros de Tierra Firme y ¸ltimo Reino, 1988, pág.78.

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