JACK KEROUAC




MI AMADA QUE NO QUIERE AMARME...
Mi amada que no quiere amarme:
Mi vida que no puede amarme:
Las seduzco a ambas.
Ella con mis besos rotundos…
(En la sonrisa de mi amada la aprobación del
cosmos)
La vida es mi arte…
(Protección frente a la muerte)
Así sin autorización vivo.
(¡Qué desgraciada teodicea!)
Uno no sabe—
Uno desea—
Lo que es la suma.

ENSUEÑOS PARA GINSBERG
Tendido de espaldas a medianoche
oyendo el extraño tañer maravilloso
de las campanas, y sé que es media—
noche y en ese instante el mundo
entero fluye a mi vista
en forma de hermosos enjambres
estúpidos de palabras...
todo está sucediendo, brillando
tierras de Buda, bhuti
inflamado de fe, sé que acertaré
siempre & todo lo que tengo
que hacer (cuando oigo las cotidianas
voces vivientes de damas hablando
en una cocina a medianoche
hule tazas de cacao
pastel desagüe del fregadero...) quiero
escribir esto, todas las conversaciones
de todas las partes del mundo,
esta mañana, dejando
que se abran espacios entre paréntesis
para acompañar mis más íntimos
pensamientos —con rugidos de todo
mi cerebro— el mundo entero
rugiendo —vibrando— lo escribo,
a toda máquina, 1.000 palabras
(de páginas) comprimidas en un segundo
de tiempo —he estado
ataviado & peinado de oro en
el famoso atardecer griego
de alguna ciudad griega
Inmortal Fama & ellos
tienen que encontrarme donde encuentran
las vendas de mi
mortaja volando
bandera ondeando Lucien
Medianoche de vuelta a sus
bocas —Gore Vidal se confundiría
mucho, aburrido—
mis palabras serán escritas en oro
& guardadas en bibliotecas como
Finnegans Wake & Visions of Neal

UN DÍA ESTARÁS TUMBADO...
1
Un día estarás tumbado
allí en un delicioso trance
y de pronto una caliente
brocha enjabonada te será
aplicada en la cara
—lo tomarás a mal
—un día el
empleado de la funeraria te afeitará

2
Dulce amor monstruañoso
De los mimos de mamá
¡Eh!
Llama Dios a la Madre
Para detener esta lucha

3
Yo eso repetí & agoté
el metro & perdí 2 centavos
Yo que fui multado
Para ser gallardo
Y refinado
¡Ay!
Yo que fui
¡Aúúúú!
El búho
En la ventana

4
Vieja cagada de perro navajo, tú
tus bienes son los mejores
bienes que he visto nunca ¿por qué
parece loco tu perro
cuando ladra?
¡Eh, sabueso!
no te comas crudo ese conejo muerto
delante de mis narices
—caliéntalo un poco             

POEMA
Exijo que la raza humana
deje de multiplicar su especie
y se humille
lo advierto
Y como castigo & recompensa
por hacer este alegato sé
que renaceré
el último ser humano
Todos los demás muertos y yo
una anciana errando por la tierra
gimiendo en cuevas
durmiendo sobre harapos
Y a veces charlo, a veces
rezo, a veces lloro, como & guiso
en mi pequeña cocina
del rincón
"En cierto modo siempre lo supe"
digo
Y una mañana no me levanto de los harapos

GLADYS GONZÁLEZ

ME DICE

me dice que escribía en boletas 
y papelitos de cigarros 
mientras ellase iba al baño
a mirarlo por la ventana

me dice que ella es su muerte 
y que no quiere morir todavía 
porque la muerte
es mujer fatal

me dice que ella es su crisantemo 
y le recita haikusen el cerro San Cristóbal 
mientras los animales
se vuelven histéricos con la lluvia

él recoge las mejores cartas
y las guarda en su libro de budismo 
recitando mal a Girondo
mientras ellase alejacon sus senos de magnolia
volando
sobre la ciudad
TAXI
tú y yo
en un taxi 
mudos

cada uno en un extremo
el pelo mojado
y el viento
entrando por la ventana 
esparciendo las cenizas del cigarrillo

mudos
sin excusas
para dejar
de volver a hacerlo

  

PENUMBRA

ella lo miraba
desde el baño
orinando desnuda
en la taza del wáter
con su chaqueta de cuero
y un Jack Daniel’s en la mano

ella lo miraba
desde el baño
retocándose el corazón
con un lápiz labial
en la penumbra de esa habitación


LAMIENDO LAS PAREDES

camino en las noches
por mi departamento
lamiendo las paredes
para sentir el sabor de la violencia 
que dejaste la última vez 
masturbándome despacio
sin placer
con el corazón amarrado 
a un costado
por el desprecio



HUIDA

esta noche termina
 como todas las otras

encerrada en una habitación 
de un hotel de paso

viendo flotar
en el agua del inodoro 
colillas de cigarrillos 
que se desplomanpor el suelo

las luces de neón de la boite 
iluminan la ventana
como las llamas
de un gran incendio en la ciudad

como si todo este desierto 
celebrara mi huida


ASTILLA

todas
las cosas que he dicho 
quisiera
que fueran verdad

deseos de mejorar 
un trabajo seguro 
una vida tranquila 
y sensata

pero algo
me arrastra
a huir
a ser un trozo más 
de carretera

ocultando el miedo
de mirarse
frente al espejo empañado 
cada mañana

de envejecer 
aislarse
dejar atrás
las viejas
malas costumbres

los sonidos
y olores familiares
el riesgo de las calles
la música de los barrios

las caídas
las luces difusas
de las golpizas nocturnas 
los hematomas en el cuerpo

la astilla a la deriva 
que fui

pero que aún 
secretamente

sigo siendo.


Fotografía: Adrián Volt Saénz

Gladys González (Santiago, 1981). Licenciada en Educación con mención en Castellano y Pedagogía en Castellano por la umce, diplomada en Fomento Lector y Literatura Infantil y Juvenil por la Pontificia Universidad Católica de Chile y doctora (c) en Letras y Filosofía con mención en Filología Hispánica por la Universidad de Valladolid. Ha publicado Calamina (Libros La Calabaza del Diablo, 2014); Última noche, reedición ampliada (Ediciones Liliputienses, 2012); Última noche (Ediciones Liliputienses, 2012); Vidrio molido (Libros La Calabaza del Diablo, 2011); Hospicio (Ediciones Inubicalistas, 2011); Ninguna palabra, antología (Pajarosló editorial, 2011); Aire quemado (La Propia Cartonera, 2010; Yerbamala Cartonera, 2010; Libros La Calabaza del Diablo, 2009); Gran Avenida (Ediciones La Calabaza del Diablo, 2005; Yerbamala Cartonera, 2010) y Papelitos (Eloísa Cartonera Ediciones, 2002).

Colaboración: Jesús García Mora.


IDA VITALE




SALMO
Alaba lo que no conoces
por tu esperanza
y aun por tu mirada de hoy,
                                   creyente
de la hermosura que muchos desdeñan;
alábalo por inconcebible,
por la constancia de sus absurdas disposiciones.
El itinerario de tu viaje
                                   brevemente infinito
traza un dibujo que sólo tú no entiendes,
pero no te amotines.
En el ruidoso vacío de su centro
caerás,
            trasmutable semilla,
cuando la hermosura y la esperanza
ensimismadas
            finen.
(De Jardín de sílice, 1980)

BOTÁNICA
Aquí no hay ruda, nada de maticas.
Si acaso ciclamores empinados al rosa,
raptados por el sol en las aceras solas,
y encinas:
                        situación de silencio vegetal
porque nada me dicen o,
en su lengua muerta para mí,
estos ariscos rangos
no sé qué de nosocomio afirman,
reiterados y prúsicos.
Pero ni una ramita de ruda, repito.
Tampoco aromos.
                                   Acaso a duras penas
el romero, paramento fragante,
resiste en los jardines,
me asiste con su olor
a pan de Venecia, a tren rápido
pero rueda detenida
en la memoria para siempre,
como dicha que no es filosa arista.

Pero ni una matica de ruda.

(De Procura de lo imposible, 1998)

APENAS CONCIERTO

Tantas argucias del oboe,
tantos giros en espiral hacia la cúpula
de un cielo que nadie le discute
—ostentaciones de hiedra
al último sol de la tarde—
y caídas hacia la arena dócil del violoncelo,
no obstruyen la inatacable realidad:
el bajo continuo persevera.

Aquí un concierto
                        y nada más.

(De Procura de lo imposible, 1998)

ABUELA

En una luz verdosa, entre olores verdosos,
en un vestido negro como papel quemado,
la abuela se refleja desde la mecedora,
al fondo del espejo.
Allí sentada no se hamaca. Cruje.
Se le evaporan casamiento y casas,
ocasiones de cuita, los narrados,
secos jirones que de a poco dieron
gusto a sangre en la boca a la familia:
las guerras y los muertos pequeñitos,
y los que luego luto le vistieron.
Y también el amor del que no hablaba,
la aridez de los años, la gota de molicie
que murió inútil en su piel reseca.
Todo tal la merienda sorbida tarde a tarde,
de inmediato olvidada.
Fue inmune a la viruela.
Ignoró la codicia.
No vio la conyugal Sicilia
ni muchas calles de Montevideo.
Durante décadas le bastó una amiga
y los recuerdos de su pueblo mínimo.
Sólo insistía en recordar el nombre
en italiano del durazno.
Como el sabor, se le olvidaba.
Sé que sobre sus faldas tibias,
tibia dormía otra Verdad secreta
que acunó su quietud.
La luz bajo cortinas de filé melancólico,
por años la enfrenté desde otra mecedora,
sin lograr alcanzarla.

(De Procura de lo imposible, 1998)
NIEVE

Mínimos puntos - aguanieve,
cristales - blancos bajan.
Este harapiento mundo
pone por un momento
suave decoro de algodones
en su fábula fea.

Deslumbra una escama de liquen
verdegris en lo blanco.
Deslumbra una rama sin hojas,
una hoja sin rama.
Hacer bello lo otro
es gloria de la nieve.

La alegría del perro sabe
juegos que el hombre olvida
y natural usa la fiesta
nueva que se le da.
Callan altos los pájaros
como el hombre suspensos.
(De Procura de lo imposible, 1998)

COLIBRÍ
La resolana que vibra,
un breve sol en el seto,
un ts ts que al aire libra
su peligro secreto

y ya la flor disminuye
ante el prodigio de pluma
que surge y deslumbra y huye
y sólo alcanzo por suma

terca de años, en que presa
del hechizo, sigo en vano
la milagrosa destreza
que lo suspenda en mi mano

y entonces por un segundo
sentir cómo late el mundo.
(De Reducción del infinito, 2002)

ÁNGELES DIMAS

Alacranes

se desecan sus blancas pieles de embrión  
carcomen el vientre de su madre
se acumulan sobre su lomo
            desgarran las ropas que han de cubrirlos

cazan sobre suelos arenosos 
sus patas escarban imponentes pasadizos
acechan las camas de tus hijos
trepadores miran sus pies minúsculos

pocas veces fallan al inyectar el sabor del papel
desde una extremidad descalza hacia la lengua

a mordidas extraen poderes curativos
de las piernas de tus hijos
los untan en los cabellos de una diosa

una constelación les fractura su bondad

exhalan metástasis acartonadas
hacia tus ojos
hacia tus hijos
hacia tus ojos en los ojos de tus hijos
hacia los ojos de la diosa en el exilio
hacia sus manos curtidas
de tanto lavar los cuerpos de tus hijos
hacia sus cabellos recién curados
alrededor de tus hijos
salvados apenas por la sangre de tus hijos

alacranes sepultan pesados huesos marchitos
 bajo la carne de tus hijos


Circunvoluciones frente al espejo

La ciencia ensombrece como sinónimo de hermosura.
El depósito de memorias acusa de necedades a los que envidian.

Repugna ver en los ojos las palabras,
                        su velocidad variable,
el paso del yo izquierdo hacia el derecho

            /las cisuras en la corteza
abren laberintos hacia sitios denegados/

en una masa de hemisferios,
            la responsabilidad
            de un organismo que se mueve
            no se rasga por las decepciones.

El mundo se imagina                                   
como  un cuerpo al explorarlo
            no se juzga lo violento por su polaridad
            contra cientos de miradas.

A veces sirve acariciar las sienes para controlar los labios.


Los cuellos

sobre angulosas clavículas desembocan
como útiles embudos

expanden las apófisis de una mujer

gestualizan bridas marionetas entre cada seno
navegan desde las costillas prófugas de tu garganta


/descalzos/

para Miguel


colecciona balanceos en reposo

sus ojos rasgan conversaciones
fistulizan cuerpos
narran vagos ciclos de apetito

la saciedad mordida y entramada
nos encuentra

:
delgados
desbaratados
y neutros

sobre el suelo


la creación del mundo
a partir de los cabellos de una mujer

las ideas son edificios flexibles
verticales hacia sus nalgas
una ventana abierta sólo en ocasiones

sus cortinas
son talladas por estrías casi hipérboles
hacia el eje de ordenadas

sus poros cóncavos ocultan tierra entre los muslos

la piel decorada por asfalto
se erige como un poste
y atraviesa nubes de grasa subcutánea

ella abre las piernas
hilera de cables eléctricos
atados a metálicas torres

en un sistema de energías paralelas
precipita su sangre



de metálico gancho envuelto en terciopelo
el azul vestido

irritantes locas
ajustan sus alámbricas clavículas
a la caída de una tela

encaje y lencería bajo las faldas
al corsé unidos

sagitales tallas
ejes que el cuerpo esgrime entre los senos

la erosión o emoción de la figura botellainvertida

miro desde el auto
una espalda



la memoria muerde
deja hendiduras sobre las manos aún vírgenes
rasga la piel con tenedores por debajo de la mesa

nadie cree en las buenas intenciones
la memoria prueba que no existen

los buenos modales se infiltran entre las lenguas
como una cuchara
deslizándose
girando
atorándose
entre los dientes blancos

miro sus bocas exquisitas de alcohol
anuncian que la memoria los desnombra
no puede despedazarles
estalla sus copas en el brindis

presienten el vértigo



llama
y no dejes recados a ese oído extraño

conectado a nuestros labios
permanece

escucha
a través de retorcidos cables
su respuesta

recorre miles de nombres
miles de números
la sección amarilla

entrecorta su voz
la interferencia
se entromete
modifica los sonidos
la comprensión

vuelvan al cerebro los ojos 
los párpados son mantos que abrazan órbitas
nunca reaccionan a la luz

reciben la enmascarada y plástica voz
de un objeto




Ángeles Dimas (Saltillo, Coahuila, 1991). Médico interno de pregrado. Ganadora del Premio de Poesía Joven “Manuel Múzquiz Blanco”. Forma parte de la Colección de Poesía Aire Violeta de Bitácora de Vuelos Ediciones con el título “Dificultad es un review”. Publicó en la 3a Colección de Anzuelos de la SEC y en “La, literatura femenina visual y escrita” de Tres en Suma Editorial. Su obra aparece en algunas antologías. Ha publicado en revistas como Luvina, El reporte y Bitácora de vuelos. Actualmente es miembro del Seminario Permanente de Formación Literaria “Francisco José Amparán”.



Entradas populares

Lxs más leidxs