ANTONIO CRUZ ROMERO




NO ESTÁ/NO SOY

                                      Hace tiempo que presentía
                                      Este día luminoso y la casa vacía.

                                                                  A. AJMÁTOVA

Desde esta cama fría —poco acostumbrada
a mis huesos— se escuchan heridos los perros
abandonados con sus aullidos metálicos.
La lluvia es fina, pero siento cómo explota
contra las aceras. Quiere nevar. Y no se atreve.

Le debo a mi insomnio no diagnosticado
poder contar las campanadas, y percibir el sonido
de los coches chapoteando y las risas de su interior. 
Tres meses sin venir aquí se me antojan eternos,
nadie me reconoce; todos se han olvidado de mí:
¡soy un auténtico espectro que puede mover objetos!

Mi madre no está.

Vacía la casa hueca de ecos que persisten
los rincones huelen a madera ardiendo:
es una sobredosis amarga de Pasado
(droga letal que deprime el sistema nervioso
—y los médicos mienten culpando al alcohol—).

No está.

Abandono el libro para contemplar cómo se hinchan
los troncos: mañana serán insignificante ceniza blanca
ceniza blanca ceniza blanca ceniza blanca.
En el sótano a las patatas abandonadas le han crecido
brotes rosas, de aspecto repugnante y demoníaco.

No está, mi madre; ni yo casi estoy,

y trato de dormir imaginando que el aullido del viento
es una susurrante voz familiar que ha venido del Pasado.


NÁUFRAGOS

                            y llega cada ola a acariciar
                            esta costa, tan vieja, de poetas
                            que la han cantado triste antes que yo.

                                                                 J. MARGARIT


Aquí estuvo Javier Egea antes que yo,
bajo los mismos techos de humedad salina
y envuelto en el delicado
rumor de este antiguo oleaje.
Esas pueden ser las mismas jarcias
y los hierros oxidados; las redes rotas
de los pescadores que respiraban todavía.

(El movimiento del dedo índice...
parece sencillo, acabar la vida así.)

En la fonda resuenan ecos
                                       y voces moribundas
de nautas y poetas sin alma;
es como un cementerio en donde
esperan recuperarla, o al menos robar alguna.

(La dulcificante sonrisa de Noa
difumina los negros nubarrones
que se pierden tras las rocas de volcanes.)

Me pregunto a dónde han ido
a parar las cenizas de los muertos
que aquí han esparcido tan delicadamente:
en donde piso
se encuentra el preciso lugar de los naufragios.

La Isleta del Moro, 2016



BOLSITA TRANSPARENTE AZUL                                         

                                      His Master's Voice                                                              
                                                         G & T 

Hoy dice el calendario que cumplo años: la edad 
en la que Slauerhoff murió de tuberculosis, la edad
en la que ya no puedo presentarme 
a certámenes de poesía joven,
aunque cuando me lo permitían tampoco lo hacía. 

A todos nos sucede al menos una vez en la vida
—incluso sin ser poetas—:
que los amigos se alejan tanto como tú de ellos,
sin saber por qué; el amor irrompible de antaño
se retuerce como un corazón infartado,
y las enfermedades de los padres se cobran sus cuentas,
mientras arrecia el miedo a que mi hija deje de quererme.

En la mano pende una delicada bolsita transparente 
llena de excrementos, de ese hombre con el que me cruzo 
en cada esquina, con su perro feo, 
tanto como el dueño al que arrastra de la cadena. 

Hoy cumplo años, y veo el reflejo de la vida
en la bolsita azul, trasparente, tan diáfana como un mar.


Antonio Cruz Romero (María, Almería, España). Escritor independiente, narrador y traductor casual, aunque esencialmente poeta. 
         Ha escrito el libro de relatos Cuentos macabros ilustrados, así como los poemarios Poemas apócrifos. Los hijos malditos de Job, la inclasificable (Breve) Antología del Epitafio Maldito y Hay una luz remota, plaquette cuyas composiciones giran en torno a la figura y poesía del poeta José Ángel Valente.   Es traductor y ha colaborado en varios medios virtuales e impresos.

DIEGO SALAZAR VIEIRA

LOS ROSTROS DE LOS SUEÑOS (SON REALES)
Fragmentos

4



Este pequeño árbol no creció en mi patio trasero
junto a un pequeño bosque que tampoco pudo existir

A veces cortaba sus hojas antes de que cayeran
¡porque cuando caían no caían!
Y detestaba subir por ellas para ver a mis amigos
o al paisaje hermoso que no estaba
por ello he desatado el furor de los pájaros solitarios
pero ahora no importa: pasó en otra realidad
y, en ese tiempo, no tenía un hogar:
poetry makes
 nothing happen
5
Alejandra  no miente, pero debo confesar que no estoy seguro de ello. Dice te amo acompañado de un contigo no se sabe  y de paso dice me encantas. De lo único que estoy seguro es de su rostro estarcido de azules y blancos estroboscópicos. Y de su cadáver imposible que lo comprende cualquiera a ojos cerrados. Pero ellos, los que se aprovechan, mienten, yo no. Ella no lo sabe; pero lo que sí sabe, quizá es por gusto: le fascina que edifiquen sus muslos con hormigas. 


6
a René Char
Anoche mi padre vino a verme. Esta vez tenía menos arrugas que la última vez que lo vi en el féretro.  Me invitó a recorrer la ciudad porque tenía cosas urgentes e importantes que contarme. Yo me alegré por enésima vez. Habló de llevarme a conocer el mundo de afuera [¡no sabe que vivo en él! Que ya no soy un niño, pero como los espejos no reflejan nada, es obvio que no lo note. Que han ocurrido guerras. Que la familia ha muerto. Y el espíritu también. Y el pueblo es otro fantasma de la narcosis] y que, a lo mejor, me llevaría a conocer su trabajo.
Qué nefasto que se repitan los días que se repitan los días y yo no encuentre manera de evadir las ciudades y personas que yo mismo construí (porque saben quiénes soy), y la manera de decirle a mi amado padre que está muerto. Que se acabó: dejó de ser padre, hermano e hijo. Que sólo su rostro y el mío son reales.

VISIONES
Uno se resigna a los defectos de Dios.
-Marguerite Yourcenar-

Las iglesias son el único lugar
en el que puedo permanecer inmóvil
sin que crean que estoy loco. 
A pesar de la fisura y revelación,
es un lugar realmente triste.
A ratos, delirante como aquel viernes:

Dios me ha dado una visión
-dice el muchacho de pose afeminada-
No recuerdo el día, pero mi alma
salió de este mundo terrenal, ascendiendo
por detrás del Cinturón de Orión,
llegando a una estrella de color hueso.
En él había un reloj
-¡Qué surreal! -pensé- ¡Un reloj en el cielo!
y faltaban cinco minutos para las doce.
Al llegar las doce, Dios vendrá.
Ya han pasado cinco minutos, horas,
días, semanas, meses y años.
Dios aún no aparece. El muchacho ha muerto.
Y sin contarme qué fue lo que consumió
aquélla noche.

ONE COLOR

He creído resolver un cubo rubik
he resuelto ver el amarillo claro del mar
he vencido al semáforo
y me he hecho la idea de que este cielo
            es irreal.
Ella sabe que la distingo cuando viene hacia mí
con su semblante impetuoso
            aunque lo tenga por fingido.
Y sabe que aunque me mienta la naturaleza
sé que son del mismo follaje:
ambas desdibujadas por el albor
            del viso que desconozco.

No obstante, la irrupción de mis desaciertos
le hacen creer que no la veo
            /cómo desearía ser vista: un solo color.
           
¾los que ella crea convenientes¾
Mas no los amarillos de mis quemaduras.

Hoy no he resuelto un cubo rubik
no he visto el mar ni el semáforo
y me he hecho la idea de que este cielo
            es real
Y la transeúnte sabe que la miro.







Diego Salazar Vieira ((1994) (Intento de) Poeta y narrador. Cofundador del colectivo Saxofón cvbico. Participó del taller de poesía organizado por Mecánica Giratoria y dictado por Roy Sigüenza. Diversos de sus textos han aparecido en revistas y portaleselectrónicos tanto nacionales como del extranjero.  

VLADIMIR REYNA

Postergaciones tácitas

1. Llévense a Jantipa

Todo fenece
con la crueldad
que alimenta el final
de nuestras vacaciones.

En la claridad
de los días soleados de mayo
y de junio todavía
hay blusas ligeras.

Terminar es como se sabe
otra manera de concentrar
universos alcorzados
en un alfolí.

Alguien por favor
llévese a Jantipa.

2. Galga abierta

Nariz
piel palente,
blancas barbas.

Adiós verano del amor,
adiós a lo que no te pertenece
y a lo tuyo también.

3. Arena en el camino

Cuando se termine mi comida
iré cada día
con alguien
que me haya querido.

Cundo todos dejen de quererme
volveré a trabajar.

Larga faena
regreso a casa,
ramas en el suelo
arena en el camino.

Cuando vuelvas a tener hambre
búscame
y suelta a tu perro.

  

4. Óxido

Nadie ha intentando
cortar el árbol plantado
junto a mi hijo.

Nadie ha osado
quemar el libro
escrito junto a la hoguera.

De noche
ningún gato tiene color.

Ninguna canción
se canta de memoria.

Los hombres
no se atreven a maquillar
sus cicatrices.

Mañana
pintaremos de verde
tu cuarto.

Por la noche sostendremos la viga
el alambre
los cuadernos pautados.

El emisor está cansado
la mañana oxidada
en las mandarinas
con gusanos.


5. Vitrina rota

Boquera de caverna
antepecho sellado.

Ocular acojinado
afrietando fauces.

Escapan palabras.

Penetra apacible el desasosiego.

Se cumple la profecía
se rompe la vitrina.

Mueren
todos mis herederos.

Te despides.

Se cierra la puerta.

En la calle
sigue lloviendo
sin tregua.


6. Juegos de mesa

En el cine
ya no dan
permanencia voluntaria.

En la ciudad se borra mi nombre.

En la noche
se pierden las damas
chinas e inglesas.

7. Momentos de lucidez

Si vienes siguiendo la pista,
espera.

Hay algo importante
que olvidé decirte.
Por cada momento de lucidez,
habrá dos garzas
oponiéndose a morir.

8. Cogollo en el omaso

En el cobijo
contiguo a la boardilla
retiré la cástula.

No encontré ningún cáliz.

La luz
de las cuatro de la tarde
montó por el celaje.

Corita contigua.

Sentí brotar
un socavón
en el cogollo del omaso.

9. Atreguados

Discurre
la mitad de la noche,
todos bailan.

Lentos, posesos, depravados.

El pulso potente
retumba en el centro de la tierra,
buscamos la paz de nuestros espíritus.

Hay conmoción
al levantar los pies del suelo.

Unidad en el desconcierto.

A nadie le importa
la serotonina
ni el sistema político
de las aves
o económico
de los vagabundos.

Cerramos los ojos
arriban las visiones.

En este mundo
una muchacha está bailando
frente a nosotros.

Restregamos nuestros cuerpos
generamos
diferentes mundos.

Una línea de luz
divide el horizonte,
agradecemos
que el mundo siga vivo.

Estamos danzando
la doncella lleva lentes oscuros,
abalorios fluorescentes
rutilan con luz propia.

Hay mandalas alrededor.

Algunos chiflan
otros piden perdón
mientras repiten sus mantras.

La experiencia
está por empezar.

10. Verano del mundo

Caminamos mientras está nublado
pasamos la estación de gasolina.
diferentes modelos de autos
surcan el camino
a nuestro alrededor.

Tarde llovida
de verano en el mundo.

El sol desaparece
detrás del Cerro de la Virgen
de los Vientos,
es el mismo monte
que subí
junto a mis colegas
de la escuela primaria.

Caminas rápido

Te adelantas.

Le ladras
a cualquiera de tu especie.

Buscas bullas.

Llegamos.

El primer dj está oprimiendo botones
berreas
ante las bocinas
cagas
en el dancefloor.

Es momento de retirarnos
tu madre nos está esperando.




Vladimir Reyna: Es autor de Afuera hay un mundo (2003) y Oteando palestras (2014) ambos de cuentos. Estudió diseño industrial en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, también la maestría en Enseñanza de lengua materna y la maestría en Filosofía con especialidad en Filosofía de la cultura en la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Participó en el taller de creación literaria en la Casa Terán de Aguascalientes coordinado por Leticia Figueroa. En la actualidad cursa la licenciatura en Educación secundaria con la especialidad en Español en el Centro de Actualización del Magisterio de Zacatecas y es profesor de español en la Escuela Secundaria Técnica No. 48 “Felipe Ángeles” en Zacatecas.

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