DANIEL ROJAS PACHAS


Ciudad.
“Amanece. / Se abre el poema. / Las aves abren las alas.
(…) La ciudad despierta.
La ciudad se levanta.
(…) Se abren puerta cartas. / Se abren diarios
La herida se abre”
.
“Gonzalo Millán – La ciudad - fragmento”

Lo previo (((escrito)))
ha sido un ensayo de nacimiento.
Sin pies o manos
retina como caldera y un cuerpo que abre paso
Barthes dice contemplar la lucha libre con asombro y predilección este artificio deportivo, sometido en su estructura misma, al asíndeton y al anacoluto, figuras de la interrupción y del corto circuito
La calle,
a fuerza de motos repleta con violencia.
Payasos a ciento-cincuenta kilómetros por hora,
de un lado ponen a prueba la rabia
del otro suena el gong
y ella,
pierde control…
Otra historia de hermanos que se interrumpe: Hah! ¿No te gusta lo que escuchas eh? ¿Te hace enfadar? ¿Y qué piensas hacer al respecto? Bien, Kaneda ¿QUÉ PIENSAS HACER AL RESPECTO?
Edificio de palabras… disparos quiebran rostros y la maquinaria… un cartel inmenso de Cola antecede  la ciudad de neón…
toda una experiencia el vivir aterrado ¿no es así? Eso es ser un esclavo.
El paisaje de esta factoría (una lágrima bajo la lluvia) no es más que una clausura,
y ella…
un tráfico de revelaciones pospuestas
como el sonido para un ciego,
como ebrias miradas que mienten ante un origami de unicornio…
Por encima de cerros, plástico y verbo…
Un replicante, la pandilla, un torpe niño y el detective,
van pariendo el dolor…

Todos esos momentos, se perderán en el tiempo…


[por sus prontuarios no los conoceréis]

And I'll tell ya, things aren't quite the same
When I'm rushing on my run
And I feel just like Jesus' son
And I guess that I just don't know
“Velvet Underground – Heroin”

Encerrados en un delirio caprichoso
jugamos a tientas con un puzzle astillado.
Dormimos este fracaso
Inconclusos deseos,
apacentados
como fichas que salpican en un mismo derrotero.
A sabiendas contenemos
elecciones poco usuales
y juntos
cual crédulos en carnaval
servimos esta cena de preguntas
con una respuesta encamada en tu lengua: “El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj. Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj. ¡La una y media! ¡Hora de comer!”

…cuánto de lo aprendido ¿servirá?
escuchado,
deglutido como un gusano mañanero

y podremos… al final del día,
entender siquiera, el paso que hay de aquí al sol.



[Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor]
what if they stole my fingerprints?
“At the drive in Metronome Arthritis

(…)Su evolución y movimiento oscilatorio
el crecimiento de sus vellos
la ramificación de los extremos
y el proceso nominativo de la carne
y si no hay infierno
¿Dónde está la carne?
La realidad entre espejos  es un coloquio amatorio dejado al azar
<>
que bien podrían ser cuchillos de barro o madera…
El orden constituye la supremacía del vicio
y el imperio de pequeños lagartos que alucinan ser un pequeño dios o algo más que una cuerda tendida entre el mono y lo incierto.
Como una ruleta asesina…
(…) todos los organismos vivos me inspiran un sagrado rencor.
Intrigas fabularias penden de esa trama
en que morder la palabra
es como hincar el diente sobre un lomo húmedo
FISURA CANÍBAL CON OJOS DE INFINITO;
todo apunta a su propia negación
el génesis abortado de la indiferencia.

  

[Dios mío / De dónde sale / Tanta gente / Solitaria]
–jamás una comunicación nunca un saludo de cumpleaños, ni la menor señal de vida en común, ni un escupitajo en mi escudilla–
(Enrique Lihn – El escupitajo en la escudilla)

Los amo tanto…  que no los soporto
duele verlos caminar
sus bostezos
un estornudo que salpica la comida
y oír las carcajadas…
Los miedos al lograr un acierto
las victorias pospuestas entre cada problema que nos une.
No saben cuanto los amo
duele estar ungido por su carne
beber a sorbos de la sangre que se cuaja en un cordón dilatado
y mirar a cada momento –atravesado por el error, conteniendo la nausea- como se repite
cada hombre y mujer
… los viejos y sus palomas / las madres / las  iglesias / los vendedores y las frases
el payaso de la tele / los ciegos / las avenidas / los niños corriendo sin mirar a ambos
lados / el payaso de la radio / el tío del almacén/ los devoradores de chatarra / el payaso
de turno / las chicas de jeans ajustados y  el pastero de la esquina / los perros en la
esquina / las pelotas y la suciedad en todas las esquinas y rincones del mundo en que
acaba y empieza el amor
que nos tiene recogiendo del suelo,
colillas de humanidad.



[La risa / O el teléfono /Me pretextan /Hacia la vagancia]

I hear the sound of a gentle word
On the wind that lifts her perfume through the air
“Beach Boys - Good Vibrations”

Todavía sufrimos esta fugacidad de la palabra.
Encaramados a la transparencia de juegos que a nadie importan
esperando a un amigo (a)
que pueda definir a golpes
Si es posible, si algo le interesa,
esta negligencia de errar a mordiscos, devorando a regañadientes la artificialidad del canto sin música y la retórica fuera de todo compromiso…
Todavía enjuagamos el sudor en camisetas percudidas y jeans bambas comprados en alguna feria fronteriza…
Y estrangular los verbos, a la luz de tales menesteres, no parece gran cosa,
El esfuerzo termina por convertirse en  un remedio barato a la hora de joder la médula del ocio
Y silbar en  la (su) oreja  recitando frases sexys de reconciliación… 
Es la alquimia más imbécil de todas
y ¿para qué seguir en ello como la larva sobre la carne?
¿Acaso hay goce?, ¿no te arrepientes de haber dado vuelta en aquella tonta esquina dejando al  azar… trajes, cenas y corbatas?   -Al menos yo lo hago a cada segundo-
Y me asomo al balcón… incluso si este es imaginario y la ciudad a sus pies un poema que se abre y cierra…
Y por mucho que un sueño terrible baje y haya que arremeter con furia sexual en contra / no a favor de la lectura,
en algo se soluciona este inoperancia de respirar a tranco largo…
y en cuartos color pastel, pasados a perfume barato / escuchando una cumbia a lo lejos y ruidos de  niños  gritando y ambulancias que compiten en alaridos…
puede que se esconda la explicación de tanta inopia insensata.
Construir ante el letargo la imagen de uno mismo corriendo semidesnudo en un círculo reducido para evitar esas pesadillas de círculos aun más estrechos…
Andar sin pasos  y no llegar por mucho que se corra en el aire.          
No aprendiste acaso la única lección importante de niñez.
Coyote nunca mires abajo cuando estás en el abismo de un gran cañón…


[Nunca salí del horroroso…]

Nunca he sido feliz / Pero, al menos, / He perdido / Varias veces / La felicidad
“Luis Hernández – Nunca he sido feliz”

…estos años, tan pocos si pensamos el universo… puedo afirmar con mayúscula irredención… he perjudicado a cuantos han estado junto a mí… niños, niñas, mi propia infancia ha sido un ruego machacado en el mazo de agonías y vamos todos como dementes moliendo sin delicadeza los órganos de quienes amamos / esos pequeños ojos que perciben los colores y el justo aroma sin una coartada, sin una espera, sin una noble indiferencia y la curiosidad es el arma que va colando a tiros mis pasiones sobre el cuerpo de esa niña astral que impregna de felicidad cada célula y cada cuerda de la materia en un plano que ya dios quisiera poder trazar en su arquitectura imperfecta pero él no tiene tus armas y la poesía es su lengua en mi garganta destrozando pliegue a pliegue las cavidades de la cordura que ve dilatarse sin paciencia y con emoción como un efluvio mágico y sangrante… una primera perdida (…) vengada a dientes y uñas…  pero todo tiene un fin y la amarga carnadura es la soledad de los otros y el infierno que somos todos en el mismo cuarto… ahogados por los roces y la conspiración del sudor sobre el pecho… No encuentro gracia mayor al rito de suicidarse… es mejor afrontar a diario esa tarea… Con la esclavitud de un sol que todos los días aparece en extinción por la misma irrisoria esquina.


[…el éter que nos trae la noche]

Es Martes / leo a Kristeva / (“la melancolía es esteril si ella no deviene en poema”). / Es Martes, / y hace un mes / mi mano izquierda / ardía en carne viva.
Martha Kornblith


y <> en su carne… tratando de descifrar las últimas doce noches… mientras, miras su rostro y las máscaras que usa para divertirse y <>… por eso lloramos, coordinando la angustia, libre, a saltos, dando mordiscos al vacío con la lengua quemada, ruinosa, vieja y solitaria, mientras conversamos con los adioses y <> irremediablemente en ambos, en el fracaso cuando escuches esta grabación o leas los obituarios como quien busca una pareja desesperado y <> en esas caderas y aquellos senos hermosos en la pista de baile, ese nombre que ella tiene para los amigos y su olor que aún conspira en tu contra mientras bebes uno, cinco o quizá diez años después… dibujando su silueta en el fantasma de las huecas carcajadas… “por qué me sigues, cuál es la necesidad de respirar en mi nuca, lo has juzgado tantas veces necesario… no tengo nada que ocultar… ya he vaciado todo lo que necesitabas saber y no he visto respuesta alguna que me satisfaga” (…) puede parecer ridículo… veo tu insaciable sonrisa… hurga sin tregua la desnudez… es tu hija, lo sabes, eres parte de ella aunque duela… (((y qué hay con eso, por qué lloras lindura… vamos, qué haces ahí… duermes en ese rincón acaso…))) recordando a tientas <>, rascando con las yemas las pulsaciones y los pasajes más oscuros como si fueses a regañadientes un héroe sobre lechos que encierran la pupila que fractura al infinito “pareces un manojo de acciones irremediables” y esa maldita prudencia es tu derrota… esa represión haciéndote uno con los vicios y la sensación categórica del abandono.


*
Despertarás con la sangre embrutecida y llena de pliegues… domado por el miedo y la soledad, descalzo, abandonándote mientras ebrio cantas una versión horrible de algún tema ya olvidado… reniegas como un (((eco))) estúpido y enfermo… maldices al mundo y sus misiles, las células y la memoria entre escombros agonizantes y seguimos caminando y seguirás riendo… no lo niegues… puedo verte con estas páginas en tus manos… incrédulo escuchándonos leer como si fuéramos respuestas posibles y <> en todas esas niñas anónimas que te han amado sin piedad y con una crueldad muy requerida en estos días y puede que entre aquellos cuerpos inmemoriales, que han dado forma y mesura a tu ancianidad precoz… haya un verdadero descanso.




Daniel Rojas Pachas (Lima-Arica, 1983) Escritor y Editor. Actualmente reside en México dedicado plenamente a la escritura y a cargo de la dirección del sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma y Cristo Barroco, y las novelas Tremor y Random. Sus textos están incluidos en varias antologías –textuales y virtuales– de poesía, ensayo y narrativa Chilena y latinoamericana. Más información en su weblog www.danielrojaspachas.blogspot.com


SER ESCRITORA Y NADA MÁS: EL REGALO DE LUMBRE ENTRE LAS HOJAS.


Mientras se cocinaba la marcha de mujeres contra la violencia machista y el acoso sexual en Querétaro,  mientras el GIEI anunciaba que no se quedaría más en México y que su trabajo fue consistentemente bloqueado por la PGR, mientras seguían rescatando cuerpos en Pajaritos, mientras el mundo giraba y el día seguía el paso a la noche…  un grupo de escritoras residentes en Querétaro salieron de sus rutinas y se lanzaron a ciudades pequeñas y/o pueblos agrandados durante cuatro días para sacar sus textos al aire y permitir que llegaran a oídos ávidos de escuchar historias, sentimientos, paisajes, personajes que no conocían.
Fue así como algunas privilegiadas entramos a bibliotecas, auditorios de prepas y centros culturales para leer nuestros textos en la semana que acaba de pasar. Esto sucedió aquí, en Querétaro, y en las cabeceras municipales de Amealco, Tequisquiapan, San Juan del Río y Jalpan. La organización se fraguó durante meses y corrió a cargo de Marta Favila y su equipo de la Red Estatal de Bibliotecas del IQCA. De las cuatro subsedes, a todas las que pudimos salir entre semana nos invitaron a dos, a mí me tocó el martes en Tequis y el jueves en Jalpan.
Acudí el martes a la cita convenida dentro del estacionamiento de las amplias instalaciones del ICQA, atrás de la Iglesia de Santa Rosa de Viterbo.  Creí que por estar invitada a tan magno evento, podrían aceptar mi coche que se estacionara ahí dentro. ¡Oh error!  El encargado de la puerta de plano NO me dejó pasar, por más que le señalé mi nombre en la lista de las invitadas… Tuve que llevar mi coche a un estacionamiento cercano y regresar al grupo que ya se había formado, bajo los árboles, de otras escritoras para irnos a Tequisquiapan.
Cuando llegamos  todo estaba listo, incluso los muchachos que llenaron el auditorio del Cobaq 14. También nos recibieron Armando Zamora, de la Librería Rulfo, Gerardo  Salazar de la Casa de la Cultura, entre otras autoridades. Con la coordinación de Rocío Benítez, poeta y periodista cultural, leímos las siete que acudimos a la cita. Gaby Aguirre nos obsequió sus poemas gatunos, Oliva Reséndiz leyó su cuento en ñañhú y en español, Carla Cristina Cepeda nos hizo agua la boca con su relato acerca de los elotes con crema, Silvia Lira leyó una triste historia de amor imaginada y Margarita Ladrón nos hizo estremecer con un relato romántico acaecido allá en los noventas, en la recordada visita de Rod Stewart a Querétaro. Rocío leyó negros poemas relacionados con la muerte, el luto y las pérdidas.
Casi al último yo leí tres fragmentos de cada una de mis novelas, cuidando de sobresaltar con textos medio picantes a la audiencia que, aunque nunca dejó de poner atención, la hora y media de literatura la estaba minando. Marta Favila terminó platicando acerca de lo que la poesía significa para quienes la escribimos y la leemos, para después leer poemas cortos de su autoría. El acto final fue gustoso, pues varias autoras y Marta regalaron libros al oyente que recordara: nombre de cuento, dónde fue el concierto… Y las respuestas llovían, ansiosas por un libro que pudiesen mostrar a sus amigos, familia, y presumir conocieron a la escritora, que la escucharon hablar y leer sus textos.
¿Quién no quería ir a comer y beber? Pero las escritoras fuimos abordadas por grupos de jóvenes, muchachos y muchachas, que querían platicar, saber más, tomarse la foto.
Finalmente terminamos y abordamos la van para irnos a un exquisito hotel-restaurant en donde prosiguió la plática. Acto seguido nos fuimos a la Librería Rulfo, donde el Armanduendín Zamora nos mostró su cada vez más ampliada librería, con un acervo que ya lo quisieran muchas librerías de la ciudad de Querétaro. Ahí platicamos, tomamos café y nos fotografiamos en la mampara donde diversos personajes de caricatura esperaban caras humanas para tener vida. Un bigotón se rió con Gaby, Carla quiso ser muñeca queretana, Berna también quiso ser muñeca, yo me hice niño con cámara que baja de un globo aerostático y, además, encarné a una curvilínea mujer en bikini rojo.
El regreso tuvo lluvia, mucha plática y al final, una cuenta de más de cien pesos por las nueve horas de estacionamiento privado. Pensé que el gasto de cien pesos no podría arruinarme un día emocionante, fructífero y aleccionador. ¡Quién, que se dedique a escribir, daría cien pesos por ser escuchado y conocido en un auditorio lleno de jóvenes receptivos!
El jueves estuvo más pesado, la cita fue a las 7:30am y yo, para no seguir gastando en espacio automovilístico, me fui en taxi al IQCA. Ahora  fue Margarita Ladrón con nosotras, dejó a su bebé encargado. Era otra van, se llenó más, con Berna y ¿Rafa? de pilotos. La tirada estuvo larga, casi cuatro horas de camino curveado, de subir subir subir y luego bajar abruptamente. Estuve con náuseas todo el camino, cosa que nunca me había pasado en mis viajes a la sierra, ¿sería porque no iba manejando e iba sentada en un asiento trasero?
 Conocí a Carmen Rioja, a Cristina Ruys, mejor a Margarita, platicamos en grupo y en dúo y en trío… Empezamos a bromear diciendo que de la sierra queretana no queríamos regresar, que avisaríamos a nuestros familiares que a la van se la había roto una pieza y que no encontrábamos repuesto… que se había deslavado un cerro impidiendo la circulación de todo vehículo de ida y vuelta a la sierra, incluyendo camiones.
El guión de la novela colectiva fue agarrando forma. No regresábamos porque la pieza la habían pedido en otro país, y cuando la mandaron, la robaron en la aduana. Y nuestros familiares, después de semanas de ausencia, se organizaban para pedir nuestra aparición, pues éramos las desaparecidas en la sierra. ¡Vivas se fueron, vivas las queremos!, dirían en sus manifestaciones.
Dimos vuelo a nuestras ansias de escapar de los deberes, de los familiares dependientes (sólo Margarita indicó que regresaría a Querétaro para llevarse con ella a su bebé), de los quehaceres domésticos y laborales que seguramente los hacemos o los organizamos, nomás porque eso nos tocó hacer como mujeres.
Y mientras nos esperaban nuestros cercanos compungidos, andaríamos en la huasteca potosina, las playas de Tampico, quizá bajaríamos por Veracruz, viajando siempre, juntas y leyendo, juntas y escribiendo, juntas y platicando y riéndonos.
Esas horas de escape colectivo avivaron a tal grado mi imaginación que cuando llegamos a la flamante biblioteca de Jalpan me costó asentarme en la realidad de que sería solo un día de viaje, que no hacía tanto calor como esperaba y que había autoridades a las que debíamos saludar obsequiosamente y con deferencia. Pero en ese momento éramos libres, siendo lo que más nos gustaba ser: escritoras; no parejas de, hijas de, esposas de, madres de, señoras de la casa o empleadas de…
Llegamos a las meras doce. El público era disímbolo. Había dos señoritas muy arregladas, señores muy formales , jovencitas adolescentes, señoras que parecían madres de familia que resultaron ser maestras de español y literatura.  Ahí mismo nos dijeron que nuestra lectura se enmarcaba en los festejos de una semana por la fundación de Jalpan de Serra. Con razón vimos en la plaza principal una mampara que incluía el logotipo de Lumbre de Hojas junto con el Coro de Querétaro y el “actor y cantante” Christian Castro, además de una Banda famosilla.

Teníamos un templete muy bonito para leer. Se nos integró una escritora de Jalpan, de la que no recuerdo su nombre (perdón, pero no está en la lista). Había un gran abanico eléctrico que, en deferencia a nuestra poca tolerancia al calor (pues Jalpan es más cálido que Querétaro) luego luego nos  lo prendieron, aunque en realidad el clima al interior del edificio era muy agradable.
Entre nuestra mesa de lectura y el público, había un tragaluz abierto que daba a la primera planta, asiento de la biblioteca con sus estantes y mesas. Arriba donde estábamos se había acondicionado como galería y auditorio. Esperamos unos minutos a la presidente municipal, que inauguraría la lectura junto con el síndico, y la Lumbre entre las hojas principió. Antes nos presentaron a las autoridades ahí presentes, entre ellas a las dos señoritas taaaaan arregladas: eran la Princesa y la Reina recién electas de Jalpan, pues toda fiesta mexicana que se precie de serlo, deben tener sus “representantes de la belleza femenina”.  Y su elección fue por democracia directa, el voto de los jalpenses fue ejercido para verlas felizmente coronadas . Tuve el gusto de verlas poner suma atención a nuestras palabras.
Dimos sonido a nuestros sentimientos, a nuestro ingenio, a las historias que imaginamos y a los mundos que habitamos frente a una hoja de papel. Lectura viva, con el tono de quien la crea, nada parecía más importante que decir nuestra verdad, ser escuchadas y respetadas, ser comprendidas y sentidas. Margarita con su cuento de Rod Stewart que tanto gustó; Carmen Rioja con un poema prendido y doliente por la situación nacional; Silvia Lira con otro cuento de amor imaginado y no tenido; Carla Cristina con sus textos gastronómicos tan antojables;  Cristina Ruys con un relato ubicado en un pueblo selvático con un viejo  artesano como protagonista y la escritora jalpense con un cuento también muy bien logrado. Yo declamé a mi modo unos poemas de mi “Enamorarme de mí”.
Entre participación y participación, Marta Favila daba voz a otros escritores que hablaban del alma de las bibliotecas, de la poesía como conocimiento emocional y de lo importante que es darle vida a los edificios dedicados a la cultura.
Finalizamos con los agradecimientos y con las participaciones del público… Que no fueron pocas, pues casi nadie se quedó sin hablar, conmoviéndonos a todas. Hablaron de los relatos, de las emociones que surgieron, algunas adolescentes de sus inquietudes por ser escritoras…
Valía la pena el esfuerzo de ir, de organizar, de manejar hasta allá, de “perdernos” de nuestras familias, de las náuseas por el viaje. El gusto de leer era el pastel, la cereza fueron los comentarios, la emoción externada por nuestros atentos escuchas.
Y luego las filas para las firmas de los libros que se regalaron. En mi caso, platicar con ellos acerca de mis libros, de qué están hechos mis libros… y vendí dos a muchachitas que hablaron a sus mamás que vinieron a dejarles el dinero desde la plaza donde las estaban esperando. Ahí, a un lado de los separadores con textos de las escritoras que participamos en el encuentro, les dediqué con mucho cariño mis libros de relatos y novelas.
Comimos con la animosa presencia de Hugo Márquez, enciclopedia andante de la cultura jalpense y actualmente encargado de la cultura en el ayuntamiento. No había tema del que no supiera y diera cátedra: la historia, misiones, música, cultura originaria, personajes, cursos… creo que si le hubiera preguntado una lista de los libros existentes en la biblioteca, me los hubiera dicho. Huelga decir que agendé una presentación de mi próximo libro con él en su municipio, espero que sí se realice.
En la comida se agotaron los picheles de limonada rápidamente. La cecina con enchiladas nos supo a gloria, y la nieve de vainilla también.
Pero nos faltaba el regreso. Carmen me obsequió un dramamine, me advirtió de nomás tomar la mitad pero yo ya me la había echado toda. Entre sueños, bamboleos y saltos en la van,  recuerdo que varias siguieron platicando un rato:  Carla, Marta, Margarita y Carmen, que, al parecer,  tienen más capacidad en ese sentido. La última hora fue silencio.
Toda pacheca bajé de la van, me despertaron y con mucho trabajo saqué mi mochila y la bolsa de libros. El mismo portero que no me dejó entrar al estacionamiento el martes, no me quería dejar salir directo a la Zaragoza, tan adormilada que estaba como para salir por la otra calle. Berna y Rafa intercedieron por mí y llegué directo a la parada de camiones. Hice todo mi esfuerzo por subirme a la nueve que, en un colorido atardecer, veloz me dejó a cinco cuadras de mi casa. Llegué arrastrando mis mochilas, sintiendo que toda la droga del mundo no me haría olvidar el bellísimo día que acababa de vivir.

                                                                                                             Anna Georgina St.Clair
Santiago de Querétaro, México,  a 26 de abril del 2016.


ERNESTO ESPARZA

AUTORRETRATO

En las simas de  las bolsas   debajo  de mis ojos
guardo
la borroneada hoja de mi ingreso al parvulario
la sonrisa de mi padre
una tarde con mi madre
algunos   abrazos fraternos
un poema de amor y juventud, que se suicidó apenas lo escribí
los ojos claros de una mujer que nunca fue para mí
la preferencia por la manzana newtoniana en detrimento de la paradisíaca
la embestida sobre  unas nalgas morenas
la desolación de una ausencia
la ebriedad de una catedral de góticos delirios
un dolor inescrutable, de tan violento
la  necesidad  de contar el mismo cuento
de formas diversas
un vómito suculento que, en horas bajas, me alimenta
una metáfora en ascuas
tres deseos en rehabilitación sicomotriz
y un jueves  de marzo

COSAS  QUE YO   IGNORABA

Nuestras arterias son como  calles porque están  llenas  de sangre
repite, como  un salmo, la  columna de gente que avanza
hay hombres con gritos desdentados y sombreros furiosos
mujeres que traen el fogón en el  alma
las faldas amplias  donde 12  hijos revolotearon
mientras buscan al primogénito
y niños que ya saben que esto no es un paseo
que   los domingos se destinan al paseo
aunque muchos padres ya no los pasean por temor
porque el culpable de que la gente no salga es el   miedo
afirma   una periodista televisiva con un  énfasis que me deja helado
porque eso yo lo no sabía
no es culpable  el Presidente que  solapa la  impunidad y  se vuelve criminal
no el magistrado que recibió 400  mil pesos
y desechó las pruebas de  homicidio doloso y delincuencia organizada
no el policía que dice ya no, mejor me voy a dedicar a  secuestrar
bueno, y yo que creía que estos que mencioné y algunos otros
eran los culpables 
menos mal que esa mujer tan bonita  me lo aclaró
para no incurrir en difamación
pinche miedo que le quitaste los paseos a los niños
esa muchedumbre que marcha, marcha contra ti
con plegarias que  alumbran las velas de la procesión
como si fuera Día de los Muertos
aunque es un impávido día de febrero
o tal vez en  mi país es día de los muertos todos los días
y eso  yo tampoco lo sabía
como tampoco sabía que Janet, 22 años, por vez primera
en los 2 años de concubinato  dijo oye Gordo estoy muy cansada
sírvete  tú de cenar y el Gordo dijo con acciones
mis manos, pendeja,  no son pa calentar tortillas sino pa echar putazos
y la mató a golpes hace 2 años
y hace un mes que salió de la cárcel
Qué cosas tan cabronas pasan en mi país
en un país donde el miedo le quitó el  paseo a los niños

POBLADO SIN GATOS

Lo que él  en aquel tiempo sabía de la muerte
a  su corta edad
era el auto que atropelló a su  gato atigrado
y el pesado sueño de su  abuelo en su caja de madera
pero el gato al día siguiente estaba echado en su rincón
los gatos tienen nueve vidas, le  aclaró una tía
tu abuelo trabajó toda su vida y debía descansar
le  dijo su  madre, y llovía café de sus ojos marrones
Al parecer, la inmortalidad era posible
se podía hacer con la muerte un pacto, como su  gato
o vivir en  un sueño, como su  abuelo
Hasta que ellos vinieron
nían con policías y venían de las tierras  a apropiarse
porque los grandes no consintieron que de ellas dispusieran
para sus fechorías
El pecho abierto en flor de su  padre
le  enseñó en realidad lo que era la muerte
Dicen algunas gentes, por lo bajito, que los policías
quemaron  vivos a los campesinos más bravos
y esparcieron sus cenizas en el monte
para que nadie supiera qué les había pasado
Con todo y su puñado de vidas,  qué miedo habrán tenido los gatos
de esos hombres
que todos se fueron del pueblo…

MUJER CON COMETAS

Mujer de rodillas inconsútiles, pies que Jesucristo pelearía por lavar
muslos largos y luminosos, como días de mi infancia
gravedad atemperada, irresistible geometría
y pensamientos cochambrosos
iría por ti a la península del exilio
y de regreso me traería una tajada de sol
para siempre verte bien
de manera que todos tus pliegues muestren su milimétrica sinuosidad
A la noche la está atravesando un cometa de alcohol
y  las estrellas, ebrias, se desparraman…
sí, como uno de esos que exterminó a los dinosaurios, pero sin pisto
y me imagino a dos de esas homéricas bestias
en telúrica cópula cuando el pinche cometa…
hablando de tiempos pasados me acuerdo de una mujer
que se creía muy lista y hablaba de un infarto del mioceno
y del surimi que azotó Indonesia, y yo me oriné dos veces de la risa
hasta que pensé ah, cabrón, ¿y si esas fueran metáforas profundísimas?
¿y si  se me escapó el contexto?,  ¿y  si el pendejo fuera yo?
ah, cuento todo tal cual, por si las dudas…
Y estábamos en lo de la noche y el cometa de alcohol
y  sus estrellas diseminadas, como esperma de un dios
que ninguna religión ha podido circuncidar
esta noche veremos si tu lengua afilada para despuntar ideas
posee también  la lucidez  como para  contar todos los besos que le daré
cincelaré los blasones de tus pezones
certificaré su vigencia de cerezo y su antigüedad de pirámide
mojaré, sin temor,  mi lengua con artritis en la vaguada de tu vientre
seré un obediente caníbal, los filos de un ay y un susurro
esta será una noche ilimitada
no me quejaré si me haces lo que la Schneider a Brando
no importa que me esmaltes el culo
ulularé en  francés oui  très  bien
¿traes   el cortaúñas?, me gusta el rojo profundo
cutícula   desdentada, topo que acaricia  las raíces del heliotropo
dame tu saliva ortopédica, tu organigrama de curso de verano
el pentagrama de tus cejas, el ritornelo de tu risa
el alarido que has guardado en tus intestinos
la composición química de tu aliento
puedes hacer lo que quieras de mí
cortarme en tres o en cuatro o en ocho partes
y armarme como mecano
o rebanarme como corte americano
por  cierto, oiga,  ¿si le dije que el rib eye lo quiero término rojo?
ah,  bien,  y tráigame otro Macallan
poner  el trasero  esmaltado donde estaba la cabeza
no  importa que en vez de eructos aviente pedos
que  mis oídos olfateen y mi nariz oiga
insertar los codos donde estaban las rodillas
lo que quiero es que conmigo te quedes porque te quiero
te ofrezco mi pequeño planeta sepia a cuotas
donde sólo cabemos nuestros sueños, tú  y yo
y a fin de hacerte más accesible el viaje
ven, súbete a la cola del cometa que pasa por este poema…

LOS OFICIOS DE MI MADRE

La Vía Láctea te daba la leche para el desayuno
Centéotl ponía en tus manos un poco de maíz
y  alguna moneda habría en un cajón para lo demás
Apagabas las estrellas,  que te habían servido
para ver si tus hijos dormían  bien
al pantalón naranja del orto le zurcías una bastilla
peinabas los bucles de nube del día
planchabas la camisa zarca del cielo
y le confeccionabas unos huaraches
para que se le orearan los pies ligeros
como si fuera otro de tus hijos
ah, y también lo regañabas si le daba por ponerse travieso
si, por ejemplo, venteaba o se nublaba de repente
Los rincones, poco a poco,  se iban despabilando
el  café estaba listo sobre el mantel azul y blanco
y el pretil de la cocina era un río  de olores
mientras partículas de polvo navegaban por el aire
como vilanos por campos floridos
Saludabas a tus plantas y flores
y  podía darse el caso de que tu rosal se quejara contigo
de la impertinencia nocherniega del romero
El sol se presentaba por completo y quería  guisar los frijoles
y tú le decías que mejor posara sus manos de niño
en la frente agnóstica de tu primogénito
porque ya era hora de levantarse
Sus pláticas solían girar acerca de temas simples
como el raro pegamento que unía a  la familia
o la vida,  en términos  generales,   esa cosa peligrosa que le pasa a uno
y luego,  él vería el reloj y calculaba que estaba en retraso
y te decía, bueno, ya tengo que irme, y tú, hijo, que te vaya bien
que Dios te acompañe, y él, si quieres que me acompañe
dale para el pasaje del camión porque yo no se lo voy a pagar
exorbitante prerrogativa que le permitías
tú, católica,  que sabías que el amor a un hijo
está encima del que pueda tenérsele a cualquier  dios
para luego mirarlo con resignado e inevitable amor
Un día la lluvia te reverenció yéndose  a mojar las pláticas
de las comadres en  la parte poniente de la cuadra
dejando   seca la oriente conversación que sostenías
con tu comadre afuera de la casa
Jamás dejaste tus cigarros sin filtro
que te provocaban ataques de tos
los cuales se yuxtaponían con los de risa
y era memorable la sonrisa en tus ojos cuando eso sucedía
Cómo hiciste, madre,   para sobrevivir a todo
a  la enfermedad de mi padre, al asesinato de Juan
a tener tantos hijos, a los  conflictos día a día
que, sumados, son como un maldito tsunami emocional
Te daba un poco de vergüenza no haber estudiado
pero lo que nos enseñaste en ninguna escuela lo enseñan
no sabías  decir con corrección  “seguramente”
pero, madre, sí sabías lo que significan   dignidad y orgullo 
qué podían decirte los sabuesos que vigilaban la casa en sus autos
cuando los confrontabas por pretender  quitarte a Manuel
mantuviste la calma cuando estuvo desaparecido
y luego  les hiciste saber que lo querías de regreso
Ojalá fuera posible que me contaras cosas ignoradas por mí
y eso no tiene nada que ver con ningún fenómeno religioso
ojalá cuando me toque bajar la cordillera de la vida
te encuentre detrás de una mesa con un  mantel a cuadros
y  un par de tazas de café
y puedas responder mi peregrina curiosidad
eso sí, muy temprano
antes de que ordenes y prepares el día
como cada día



Ernesto Esparza ( Tlaquepaque,  Jalisco,  1972), con la inocencia del niño que  afirma que   Santa Claus sí existe  y  la ingenuidad del ciudadano que  todavía cree en  las promesas  de los políticos,   ha  participado en diversos concursos literarios  de novela  y cuento  donde, por supuesto, no ha ganado nada. Tiene alrededor de 15 cuentos en busca de editor.  Ha  publicado en la revista digital El Grito Literario unos cuantos poemas. En noviembre del 2015 el sello editorial Rayuela le editó su primera novela  llamada   Hasta morir.




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