ALFONSO BREZMES.

PARAÍSO EN OBRAS

¿Subes?
Me he calzado las botas de siete leguas
y aún hay sitio en mi viejo zurrón
para algún animal extraviado.

Tenemos todo el tiempo del mundo

para perderlo en relojes que atrasan;
conocemos la mecánica del desgaste,
el óxido de las buenas costumbres,
la solidificación de los días idénticos;
las palabras gastadas ya las sabemos.

Te ofrezco el azar, lo que tiembla
dentro del corazón de los niños,
unos pocos momentos fugaces
de algo parecido al amor y un pack
de una estancia para dos en mis sueños.

Te entrego la incertidumbre, la víspera,
lo que aún no está aquí,
lo que no tiene sombra,
el fruto del árbol del Bien y del Mal,
la trampa exacta del nosotros.

Sube:
perderemos juntos el paraíso.

(poema inédito)


ELLA

Dentro de su pecho encontré
un tren de juguete a escala real
y un tren de verdad a escala de juguete,
el secreto de la invisibilidad, mi retrato
tomado dentro de diez años,
dos plumas de un animal muy antiguo
que empolla en las tardes de tormenta,
un camino directo al infierno
y otro indirecto al paraíso,
una cascada japonesa del tamaño
de una lágrima a punto de caer,
siete veces siete los jadeos de una virgen
vertidos en su noche de bodas,
un antídoto contra la mordedura de poetas
y un saco lleno de dientes de ajo,
la viudez de una alondra en el cielo,
trece centímetros cuadrados de sábana usada
y el olor de las borrascas que caen
a diez mil millas de aquí.

Para atravesar la noche de sus ojos
tuve que gastar una cerilla: tenía
la terca consistencia de los huecos.

Nunca supe comprenderla.
Cuando pronuncié su nombre, desapareció.

(inédito poema)



FINAL DE LOS CUENTOS

¿Quién eres tú?

Yo soy el naipe descartado en tu baraja,
y el as desbarajado entre tus naipes,
y el gato sin cuerpo que sonríe,
y el cuerpo sin gato que se busca,
y la oruga que fuma y deletrea,
y el conejo que escapa de la muerte.

¿Quién eres tú?

Yo soy un personaje de tus sueños,
pero puedo aprender nuevos papeles
si dejas de seguir leyendo por las noches
este viejo cuento que no acaba,
y dejas de avanzar entre las páginas
de su absurdo país de maravillas,
o llegarás a ser la reina de mis corazones
y acabaré perdiendo entonces la cabeza.

(inédito poema)

SOLO LAS BRUJAS MALAS SON FEAS
No he llenado un barreño de recuerdos
para que vengas tú a vaciarlo
con la cuchara hambrienta del olvido.
Comprende que son muchas las baldosas
amarillas pisadas hasta aquí
y pocas son en cambio las que quedan,
aunque esas no las pisen ya tus pies,
descalzos de chapines y de sueños.

No llegamos a Oz para perderlo.
Tú puedes irte lejos cuanto quieras,
pero ésta que aquí queda es más que tú,
es la esencia de ti que yo he robado.
Por mí puedes marcharte en este instante,
volver de nuevo a Kansas o a Bagdag
o a casa en el tablero del parchís:
ya es otra quien gobierna con tu nombre
en el país secreto en que la magia
consiste en creer que todo es posible
todavía, aunque ya nadie pronuncie
las mágicas palabras del hechizo.
Saber que todo ha sido y seguirá
siendo una y otra vez el mismo cuento
del que ya nuncanunca se regresa,
dentro del corazón inoxidable
de tu hombre parasiempre  de hojalata.

(poema inédito)

LA CIUDAD PERDIDA

Con el temblor pequeño de la ruina que aún conserva

un último fulgor en sus despojos, paseas por mis templos
saqueados, donde los dioses abandonaron hace mucho
su palabra en pos de otros altares, llevándose consigo
el oro, y dejando tan solo la fiebre por su busca.

Brilla aquí el hechizo de aquel breve resplandor antiguo,
como si algo en mis rescoldos pudiera atestiguar
la luz que los precede, su hermosa arquitectura,
el fuego invisible que aún perdura y los habita.

Quédate un rato y deja que este vino te embriague:
has descifrado el universo en mis escombros,
y comprendes al mirarlos que se cumplen aquí
las viejas profecías: de este viaje ya no se regresa,
y si te vas volviendo poco a poco transparente,
no es por culpa de la sed de la memoria -que borra
nuestros cuerpos al tragarlos- es por algo más terrible
que debí decirte mucho antes de que entrases
en este lugar sitiado ahora por tus brazos:
detrás de cada hombre se esconde un reino sumergido,
y es al irse desgastando la piel que lo recubre,
que empieza a vislumbrase como un lejano sueño,
la ciudad perdida del amor y sus contornos.

NOCTURNO FINAL

La noche es un soldado herido
que huye por las trincheras del sueño
y se sube a los últimos trenes,
y se sube a los techos de los coches
donde muchachas semidormidas
twittean con fantasmas insomnes,
y se sube a los taxis sonámbulos
para llevarse consigo a las sombras.
La noche es un soldado que agoniza
mientras la muerte le hace el boca a boca.
En las aceras los hombres-lobo
se desvisten de sus cuerpos
para despistar a los mastines del alba.
El día depone su tregua.
Las metáforas se van agotando.
Sólo queda una última bala.
La noche es una máscara antigás
que va a posarse sobre el rostro
del soldado muerto.

(Poema del libro “La noche tatuada” – ed. Renacimiento, 2013)


Alfonso Brezmes (Madrid, 1966). Ha publicado hasta la fecha dos libros de poesía: “La noche Tatuada", (Ed. Renacimiento, 2013) y “Don de lenguas" (Ed. Renacimiento, 2015). Poco más se sabe de él, salvo que le gusta cruzar puertas y dejar pistas de lo que se ve al otro Lado. Su vida es un camino de guijarros hecho de las innumerables veces en que se perdió.

JANIS JACOBO

Me voy del pueblo, hoy es mi día.
Si me preguntan si lo haría de nuevo,
respondería que sí.
Limitarme a no hacerlo, 
seguramente contribuiría
a la muerte de otra alma[1],
la ruina sin mañana
de aquellos que dejan de creer.

Soporté las burlas
de vecinos y chismosas,
que a la puerta de mi casa
dejaban puñados de sal[2],
mi madre los quitaba
a cubetazos de agua tibia con vinagre
y maldecía hasta que en su corazón
todo estaba controlado.

La obsesión me fue heredada por ella,
cuando me viene una idea que destruya,
que implique violencia o desgracia:
llevo las manos a madera cercana,
así sea en ramas,
en la silla en que me encuentre sentada,
el más próximo escritorio, 
y pienso en lo contrario a la tribulación; 
parece que funciona,
hasta ahora todo marcha igual.

Cuando salió a la luz lo que era solo mío[3],
mi madre llena de orgullo 
me besó la frente y me pidió dejar el pueblo,
con lágrimas falsas,           - porque no sentía que fuera para tanto -                    
le dije que la amaba,
que vendría en un mes para contarle todo, 
una creación como aquella 
necesitaba el seno inspirador de la familia                     
para seguir creciendo.



Un hombre entra en un bar
un hombre entra en un frasco
un hombre entra en un gallo
un hombre entra en un desierto
un
Imagen: René Magritte
hombre
entra
en
un
desesperado intento
desesperado recuerdo
desesperado momento
desesperado
de
sesos
peras
dos
y pide un vaso con algo
y pide un vaso con respuestas
y pide un vaso con aloe vera
y pide un vaso con olvido
y pide un vaso sin desahucio.    


Si me derriba la noche
con su maullido feroz
luxándome la espalda en la caída,
y me lleno de estiércol
el espacio etéreo entre mis uñas y la piel,,
no le digan a mi madre,
que sé que vendrá presurosa,
lista para echarme en cara
los casi treinta años que pesan
lo mismo que cien,
aunado
a los nietos no natos
que no llegarán,
y lo amargo que tengo los huesos hoy en día,
por favor no llamen a mi madre,
hoy necesito permanecer afuera.


OCHO
Auto
biográfico
dependiente de la luz
que emito.

Así te quería ver
pasando en película de 38 milímetros,
contándome por qué hui en lágrimas aquella tarde
y por qué me enferma el día gris.

Plagas de abejorros
son el corazón desdentado que poseo,
un montón de círculos, piezas, remolinos
solía ser, ahora no le tengo.

Primariamente me dediqué a cuidarle
a no pensar, y asustarme
quería depender de las razones
de otras razones ajenas a mí.

Y me asomo a la ventana
cual dama de media tarde
pero no encuentro, no sé,
no estoy.
no tengo lo que quiero
sólo el temor  que se pinta color malva
que se derrama como plasma entre mis pechos,
cuerpo desnudo que no aguanta
se infarta cuando pienso.

Necesito dormir continuamente
dentro de todas las cosas frenéticas,
me guardo en capullo
me escondo

no estoy.


Amparo
La transformación se ha consumado,
No hace falta la espera de los años
ni usar chaquetas grandes
ni tener hijos,
me vi con el hígado en mis manos
nadie pensó en él
cuando temprano en las mañanas
tendida en la cama
desnuda
cansada
me fumaba el cigarro
me bebía el café,
y llegaba despeinada
moribunda
necesitada
a dejar que teclearan en mi alma
que se untaran mi espíritu en palabras vanas
que la justicia a la que servía
se sirviera mis ojos cegatones,
mi tiempo,
mis pulmones,
para que el juzgador que se llevaba
de mi la mayor parte
pudiera viajar tranquilo a Nueva York
desayunar en Marsella
y comer albaricoques en Hungría
al fin que como yo
tendría
al servicio de la justa justicia mexicana
un montón de idiotas comprimidos
enajenados por la paga
comprando zapatos a la hora de comer
pagando cantidades exageradas por un corte de cabello,
todo porque puedo,
porque no hay nada que impida mi actuar.
pero siempre llega
esos buenos días
esperados
añorados
en que de nuevo respiras
y miras la luz del día
y no sólo madrugadas
y no sólo noches
porque de algún modo
una se olvida que el sol es cálido
que hay gente que se ama
que vivir es una fuerza convexa
 fuera del escritorio en la oficina.


Janis Jacobo (Querétaro, Querétaro 1987) Licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro; participante en talleres de creación literaria de poesía, cuento y dramaturgia. Publicaciones de cuento en El Suplemento Panóptico del semanario Tribuna, así como publicaciones de cuento y poesía algunos números de la revista digital El Humo. 




[1]“ When i get to the bottom i go back to the top of the slide
where i stop and i turn and i go for a ride
till i get to the bottom and i see you again”.

[2]la verdad estoy muy preocupada pork tengo una vecina muy mala, y siempre k la miro me duele la cabeza y tambien veo k no me riende el dinero y siento k a mi casa le echaron algo de brujería.”

[3] Actually  everything  was fine,   until…
Mi dron se robó el bolso de la científica australiana
la de tetas grandes y boca amplia
le quise comprar otro para minimizar el daño
pero me mandó al diablo
me dijo muerta de hambre en su inglés australiano
y mi dron y yo volamos nuevamente al pueblo,
justo a tiempo en que mi madre preparaba un estofado,
papá se veía sorprendido por los actos de mi dron,
lo regañó ampliamente y a mí un poco menos,
a fin de cuentas él era el culpable,
a mí sólo me riñeron por crearlo.

SOBRE LA ESCRITURA

El Arte nunca es un objeto acabado, sino un organismo en constante evolución. La literatura es un campo de cultivo donde podemos ensayar una y otra forma de reproducir nuestras ideas; no hay fórmulas hechas ni recetarios para crear novelas, poemas u obras de cualquier otro género. Creo que lo mejor es experimentar con lo que nos venga a la mente, incluso formas “en desuso”; a veces de esa experimentación surgen asociaciones insospechadas.

Hace poco un chavo que compró un libro mío de poesía me dijo que “era bueno que yo escribiera en verso libre”, pues él había escuchado la recomendación de un gran escritor (no me dijo nombre) de que recurrir a las formas métricas (como el soneto, la redondilla, etc.) era aburrido y que, además no permite expresar libremente las ideas. Lo refuté. Se requiere un elevado ejercicio de la inteligencia para poder escribir, por ejemplo, un soneto, y conservar dentro de una métrica exacta una idea completa, que además tenga ritmo y sentido musical, y, por si fuera poco, se diga con metáforas. No cualquiera lo logra, la gran mayoría de quienes lo intentan se quedan en la rima ociosa y forzada (y esto, precisamente, le da mala fama a los poemas rimados). Hay quien puede decir que le da flojera practicar estas formas, y eso me parece completamente válido (yo misma defenderé su derecho a expresarse como mejor le venga), pero una cosa es que le dé flojera (o que no considere necesario este ejercicio de manera personal) y otra cosa es que demerite la obra cuando se vale de estos recursos.

Estoy convencida de que ejercitarse en estas formas desarrolla la inteligencia, la disciplina mental y el sentido musical, que después se verán reflejados en el verso libre o, incluso, en la prosa. Claro, el poeta no está obligado a tener “sentido musical”, podría preferir un estilo más llano, y eso también es válido (especialmente en nuestros días, cuando las fronteras entre distintos géneros literarios se han hecho tan dúctiles). En lo particular prefiero el verso libre, pero, como parte de mi taller personal, ensayo con las formas clásicas, lo que, lejos de aburrirme, me parece un gran divertimento.

Muchos escritores actuales, por ejemplo, consideran que ya no es necesario leer a los Clásicos, porque ahora son parte de nuestro imaginario colectivo y ya tantos autores los leyeron que “si leemos a uno es como si hubiéramos leído al otro”. Algo así: Cortázar leyó a Dostoievski, luego entonces, si leo a Cortázar, en cierto modo también leí a Dostoievski, y como Dostoievski leyó a Virgilio...

Encuentro medianamente cierta esta premisa; en efecto, creo que todos los autores a quienes leemos nos transmiten sus propias lecturas, mas, también considero que hay cosas sustanciales que sólo un autor en particular nos puede transmitir. Y los Clásicos, por algo son “Clásicos”. Para mí, leer a Cortázar, aunque es una experiencia muy rica, no sustituye la de leer a Dostoievski.

Ningún libro debe leerse por “obligación” (salvo el diccionario), sino por necesidad propia; si alguien no se siente tentado a leer La Iliada, no veo por qué tenga que hacerlo (a menos que sea parte de su curso escolar, que, aquí, debo decir, mucho contribuyen la escuela y las clases de literatura en la secundaria para echar a perder el gusto por la lectura).

Claro que las formas cambian (tanto por las épocas como por la región geográfica y cultural). La Iliada tiene un capítulo completo para hacer un catálogo de las naves que combatirán, entrelazado con la minuciosa genealogía de los Héroes; luego, en el transcurso de los cantos, las escenas son interrumpidas para señalar acontecimientos del pasado, hablar del linaje de tal o cual personaje, repetir fórmulas de cortesía, etc. Si uno se pone a escribir así en estos días seguramente se quedará sin lectores, sin embargo, considero que una lectura  meditada de La Iliada puede darle al escritor contemporáneo, conocimiento  y una mirada más amplia (profunda) de la que podría tener leyendo únicamente autores de su época. Repito, no hay libros “indispensables”; así como no veo la obligación de leer tal o cual libro, sólo porque es clásico o porque es la obra cumbre del gran autor fulano, tampoco veo la obligación de leer cierto libro sólo porque está de moda, porque “todos los escritores del momento lo han leído” o porque es literatura de rompimiento.

Pienso que un amplio repertorio de lecturas nos ayuda a ser mejores escritores (nótese el énfasis en “ayuda”; no se trata de una fórmula matemática: entre más libros has leído mejor poeta o novelista eres); la literatura nace de la literatura. Los libros que uno elija para leer han de ser los que vayamos sintiendo necesarios, los que nos cambien y nos hagan evolucionar. Es bueno tomar las recomendaciones de los que tienen experiencia en este oficio; por ejemplo, si Murakami recomienda cierta lectura, voy a tomarlo muy en cuenta pues confío plenamente en su criterio, esto no significa que lo tome como poseedor de la “verdad absoluta”.

Lo principal, insisto, es formarse un criterio propio, independiente de la parafernalia culturosa que nos rodea. Ser un escritor auténtico requiere convertirse en uno mismo (algo así me dijo alguna vez, Gastón Alejandro Martínez, en honor al viejo Nietzsche). Ah, y cuidado con esa otra seudofórmula: “entre más publicaciones tienes, mejor escritor eres”. Voy de acuerdo en que la publicación es parte de proceso creativo, el puente necesario para lograr esa cristalización autor-lector (que se da en forma dinámica con la tecnología actual, especialmente en el twitter), sin embargo, publicar depende de muchas circunstancias y, como todo en esta sociedad, de las relaciones públicas. Puede haber obras muy valiosa, aún inéditas. Por ello, cuando alguien me dice que “el que no publica constantemente no es escritor”, le recuerdo a Kafka.

Marisol Vera Guerra

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